A cualquier precio el poder es barato

Se acercan las elecciones y el esplendoroso Pedro Sánchez te puede regalar una moto, un viaje a Ngorongoro o una visita guiada a Gibraltar

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.
El gobierno necesita recaudar, ambiciona manejar y volcar bocabajo los bolsillos del ciudadano. Es de tal dimensión la codicia que, hay quién dice que 'el dinero está mejor en en manos de los políticos que en la hucha de casa'. Con afán recaudatorio se crean impuestos a la vida y a la muerte, al amor y al odio, a la luz y a la oscuridad, al calor y al frío, o al viento y el sol. Es así, cuesta vivir, si no piense, o mejor, compruébelo una vez más. Hay que sostener el popular invento del  'estado de bienestar', (de los políticos). 

El sacrificio del ciudadano a las arcas públicas. Ahí, donde 'el dinero no es de nadie', según la ínclita e inefable ex ministra 'social lista' Carmen Calvo Poyato. Cuándo el parné alcanza la confabulación laberíntica de la casta, ya todo depende de intereses partidistas, sectarios y criterios personales. Los bajos de colchón, canapé, solerias subterráneas o países compinchados, saben de esto.

La corrupción no sólo es llevarse el dinero, es también malversarlo o aplicarlo a soterrados planes para crear redes clientelares, compra de voluntades y favores diversos, sin olvidar el atiborramiento de gastos superfluos. Podría ser también corruptela crear y mantener la descomunal Administración General del Estado, el innecesario número de Ministerios del gobierno (22), la ingente duplicidad de instituciones o el derroche económico en altos cargos y asesores. Sin embargo, el poder a cualquier precio sale barato, al fin se dispara con pólvora ajena. 

Esto nos recuerda el caso ERE de Andalucía. Los andaluces despertaron tras casi 39 años de tejemanejes socialistas. Se saldó con 680 millones de euros distraídos (que se sepa), en una trama contra los trabajadores, pero a la vez, a cambio de los propios votos de los estafados. Más masoquismo emocional imposible producir.

El poder político, en todo caso, siempre sale barato. Sobre todo cuándo quién gobierna tiene todas las atribuciones para utilizar los caudales públicos en su propio interés. Es lo que ocurre en España, con una democracia fallida, un país dividido y unos políticos social-comunistas sin escrúpulos.

La soberanía ni se entera, o si lo advierte, da la sensación que con ello no va. Pero la realidad, no hay otra, está fundamentada en el ciudadano y en el sudor de su frente. Hay que pasar por taquilla a pesar que la función le provoque pesadillas, insomnios y hasta esquizofrenias irreversibles.

¡Ojo con Pedro Sánchez, eh!. Va a meter velocidad a su antiguo Peugeot 407. Está dispuesto a desempolvar sus asentaderas y acelerar sus prebendas. Puede regalarte hasta una moto, con gasolina incluida durante un año, un viaje a Ngorongoro en camello, o un recorrido guiado por Gibraltar para observar los macacos de Berbería o mona rabona. Ya se sabe, quién puede, puede. Y Pedro tiene poder, a cualquier precio, eso sí. Qué más da, los españoles le regalamos el combustible, la marcha la coge él solo.

 

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