Papá… ¿en España hay democracia?

Mira hija… Hubo un prolifero jurista y filósofo francés llamado Charles Louis de Secondat, más conocido como el barón de Montesquieu, quien articuló, como buen ilustrado, la Teoría de la Separación de Poderes.

España es un país donde, a través de su Constitución del 78 quiso instituir, con más pena que gloria, la separación de los tres poderes esenciales del Estado… el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

La teoría de separación de poderes pretende que jamás un solo ente o individuo pueda ostentar más de un solo poder, por lo que a través de un sistema de pesos y contrapesos jurídicos y competenciales (check and balance EEUU) los tres poderes se controlan entre sí con independencia total entre todos ellos.

¿Pero qué sucede es esta cada día más convulsa España? Aquí, tenemos un sistema partitocrático, no democrático. Aquí, los partidos empresa deciden quienes serán nuestros representantes en las Cortes Generales (Poder Legislativo), estos luego deciden quien será nuestro presidente del Gobierno (Poder Ejecutivo), y para más inri, diputados de solo dos partidos políticos, PP y PSOE, deciden quienes gobernarán el Poder Judicial (CGPJ), es decir, quienes son los que nombran a los principales magistrados de la judicatura española. La connivencia y endogamia político-judicial es tremenda. Por consiguiente, puedo afirmar y afirmó que en España no existe separación de poderes, la representación de los diputados y senadores a nivel nacional, y también en el caso autonómico se materializa en empleados de los partidos empresa cuya máxima es la obediencia a las directrices de su cúpula. Y lo más vergonzoso de todo, los magistrados más relevantes de este país adolecen mayoritariamente de falta de neutralidad e imparcialidad. Lo de la Justicia en España ya no tiene nombre.

¿Cual sería la solución? Y no es que yo sea un erudito del derecho constitucional. Pues para mi la solución empezaría por instituir la figura del diputado uninominal o de distrito (se logra una mayor representación al poder elegir la ciudadanía directamente a sus representantes y estos no se deben solo a su partido sino también a su electorado); lo siguiente sería la celebración por separado de elecciones al legislativo y al ejecutivo (elecciones presidenciales, yo quiero elegir a mi presidente); y por último, el inicio de un proceso constituyente donde l@s ciudadan@s de España decidamos qué constitución y por ende qué modelo de Estado queremos. Los pactos de la Moncloa y del café Gijón fueron muy provechosos en los 70 pero no cabe duda que los españoles votaron en el 78 susto o muerte. Aquella fue una Constitución valiente pero no fue ni es la Constitución forjada y decidida por un país, fue el producto de una necesidad, no de una acción democrática reglada. Faltaron unas Cortes Constituyentes que habría que implementar más pronto que tarde.

Ahora estamos inmersos en las consecuencias de las imperfecciones de nuestra Carta Magna, y es preciso pues iniciar un cambio y/o renovación total ya de la cúspide de nuestro ordenamiento jurídico.

Las nuevas generaciones de españoles y de españolas no se identifican con nuestro sistema presuntamente democrático, y menos aún con los representantes políticos que nos se avergüenzan cada día con sus enfrentamientos destructivos y que no hacen más que generar crispación y división entre la sociedad española.

Es preciso ya un tiempo nuevo con personas nuevas y con sistemas democráticos nuevos. Es preciso ya una ruptura total con el sistema partitocrático y con las influencias permanentes de las grandes oligarquías económicas que influyen con un total descaro en las decisiones que afectan a todo un país. Y es preciso ya la aparición de nuevos líderes que puedan afrontar, hoy, decisiones cuyos resultados se produzcan a diez o veinte años vista para proteger a las futuras generaciones de los graves perjuicios que las políticas de ayer  estan produciendo a nivel económico y medioambiental.

Lo que aquí digo no es una quimera, es una realidad que otros países afrontaron en el pasado o que están afrontando en el presente. Lo que aquí digo no es una utopía, y si lo fuese, ha de ser esa utopía el horizonte hacia el que debemos de caminar para, por lo menos, poder legar a nuestros hijos a ti hija mía, un mundo mejor que el que nos legaron a nosotr@s nuestros padres y madres.

 

Así que hija mía… NO, en España no hay democracia. Hay una evidente Partitocracia. Felices sueños mi vida.

Víctor López 

Alcalde de Batres y candidato a la alcaldía de Móstoles en 2023

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