La presencia de topos policiales en las universidades del País Vasco obliga a los ‘cachorros’ de ETA a captar activistas en otros lugares

Los servicios de Información tienen claro que Segi sigue siendo la cantera de ETA. La banda terrorista nutre sus filas principalmente de los jóvenes que tienen su primera toma de contacto con el entorno etarra a través de la organización juvenil ilegalizada. Sus problemas de ‘reclutamiento’ van en aumento.

Uno de los problemas a los que se está enfrentando ETA es el de encontrar jóvenes que acepten convertirse en ‘borrokas’ para, si son considerados aptos, pasar a la clandestinidad y convertirse en potenciales pistoleros o conductores de coches bomba. Cada vez son menos los que dicen sí a lanzar un ‘cóctel-molotov’ o quemar un cajero.

La presión policial y judicial ha provocado que muchos se nieguen a ser convencidos para la causa. Pero ese no es el único problema con el que se encuentra la banda terrorista.

Los pistoleros han notado que uno de sus caladeros de ‘borrokas’ más eficaz ya no lo es tanto. Hubo un tiempo en el que las universidades del País Vasco y Navarra eran el lugar ideal donde captar aprendices de terroristas. Pero las cosas han cambiado en las facultades.

Fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por El Confidencial Digital explican que ETA y sus organizaciones satélites han percibido cómo la universidad comenzaba a estar frecuentada por ‘topos’ policiales que permitían un perfecto conocimiento de las actividades clandestinas que iban a llevar a cabo los ‘borrokas’.

De esta forma, ahora, los semilleros de captación de futuros terroristas se orientan ahora a otros lugares fuera del ámbito académico. La calle (y las ‘cuadrillas’) y los bares de ocio (agrupaciones de vecinos y ‘herrikos’) son, según los expertos, el actual lugar de reclutamiento de jóvenes que deciden participar en actos de violencia callejera. “Se mueven de otra manera”, explican las fuentes a las que ha tenido acceso ECD

Uno de los problemas a los que se enfrentan las Fuerzas de Seguridad ha sido este cambio de hábitos de los ‘borrokas’. Antes, aseguran, eran “más predecibles”. Ahora, ante la presión, han cambiado sus métodos de movilización y reunión. “Ya no quieren la masificación sino que buscan más la eficacia de sus actos vandálicos”, añaden.

Policía y Guardia Civil siempre se ha encontrado con un resurgimiento del movimiento juvenil proetarra. A pesar de los continuos golpes, Segi (o las siglas que utilicen) es una organización con la que nunca se ha conseguido acabar, afirman fuentes de la lucha antiterrorista.

 

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