Blanco, Aguirre, Griñán, segundos fuera

Blanco está en el candelero (que no en el candelabro) entre otras cosas porque, como se ha contado en estas páginas confidenciales, resulta que tenía desde hace tiempo un acuerdo secreto con los controladores por el cual está ya pactado hasta dónde va a recortar sus prebendas económicas, de modo que no queden desairados del todo. A cambio, se viene escenificando un conflicto que en realidad no existe, y que culminará con el ‘triunfo’ del ministro de Fomento, que aparentemente habrá doblado el brazo a un colectivo tan indócil y podrá ‘venderlo’ políticamente. Por supuesto, sin huelga de cielos cerrados ni bloqueo vacacional de aeropuertos en la inminente Semana Santa.

Aunque Blanco empieza a tener un problema de sobre exposición. Posiblemente se ha pasado, y su espectacular ascenso a la cumbre de la popularidad está procurándole enemigos. Pero no pequeños, que esos apenas cuentan, sino de los importantes. Y no se trata solamente (que también) de la vicepresidenta primera, la cada día más aparcada María Teresa Fernández de la Vega. Se comenta que el propio Rodríguez Zapatero se muestra inquieto por los movimientos de su ‘número dos’ en el PSOE, porque empieza a parecer el ‘número dos´ del Gobierno, si no algo más. Que Blanco consiga untar en todas las salsas, incluyendo ahora la economía, empieza resultar inquietante para el ‘number one’.

Los inventos de Esperanza

Otro segundo de a bordo que provoca dolores de cabeza a la cúpula de su partido se llama Esperanza Aguirre. Por lo visto, se ha propuesto acelerar su protagonismo mediático a como dé lugar, y prácticamente cada día inventa una acción-actuación-declaración que deja descolocados a Rajoy y su equipo más cercano.

No le bastó fotografiarse con los capotes taurinos y declarar los toros evento cultural oficialmente protegido, sino que se ha lanzado a la yugular del IVA, con un llamamiento a la rebelión popular que ha obligado al presidente del PP, mientras trataba de sumarse a trompicones a la iniciativa para no quedar descolgado, a matizar diciendo que desde el principal partido de la oposición no se predica ahora la objeción fiscal. Era lo que le faltaba.

El Sur también existe

Y José Antonio Griñán, que insiste en que le llamen Pepe Griñán, se ha sacudido de la chepa la tutela de su antecesor, Manuel Chaves, y se va a colocar al frente del PSOE de Andalucía, redondeando así una llegada al poder andaluz que pareció que aceptaba con remilgos y que sin embargo ahora asume con decisión y contundencia sorprendentes.

Aquellos parajes sureños se están moviendo mucho, porque sigue hablándose de la candidatura de Alfonso Guerra a la alcaldía de Sevilla, para sustituir a un desgastado Monteseirín que nadie entiende cómo pudo ser en su día nominado. Para los socialistas, perder Sevilla capital sería un golpe demasiado contundente, más aún a las puertas de unas críticas elecciones generales, y eso justificaría una nominación de tal calibre.

Fernández Vara aspira a más

 

Asistí el miércoles al almuerzo que protagonizó, en el Hotel Ritz, el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Siempre que puedo, trato de ver en vivo y en directo a los protagonistas de la política. Y tuve la impresión de que este dirigente regional, de una comunidad “pequeña en población pero grande en superficie” como se empeñó en repetir, mira bastante más lejos que el austero y recatado despacho de Mérida.

No solo por la escenificación del acto, con setecientos comensales asistentes, entre ellos un buen número de alcaldes, además de Manuel Chaves, Leire Pajín, González Sinde, Manuel Marín, Jesús Caldera, Consuelo Rumí, Fernández Marugán, Díaz Ferrán o Ignacio Sánchez Galán, incluido el ex ministro Fernández Bermejo… Ni tampoco porque, para empezar, el presentador, el embajador de Portugal en España, Álvaro Mendoça e Moura, soltó que al líder extremeño “le espera un gran futuro político en la vida nacional”. Fue sobre todo por el planteamiento de su intervención y los horizontes que anduvo transitando.

Fernández Vara no se limitó a los ámbitos regionales, sino que empezó con un análisis de la situación del mundo, incluyendo esta reflexión de fondo: “O la política controla la economía, o la economía controla la política”, para concluir que la solución a la crisis económica pasa por que los políticos vuelvan a tomar el mando. Afrontó después un discurso europeísta, en el que destacó lo demográfico, diciendo que Europa y España necesitan ganar en población, y denunció una de las debilidades principales de la UE para poder ser relevante: “Europa no da miedo”. Aludía a la falta de instrumentos de fuerza con los que imponer e imponerse en el mundo.

Y después entró en la cuestión nacional, para reivindicar la marca España, denunciando que hay presidentes autonómicos que lo que hacen es diluir ese marchamo común. Con aparentes planteamientos de estadista, reconoció que una de las debilidades de los políticos, a los distintos niveles, es su incapacidad para decir a la gente que existen deberes que cumplir, o que las cosas van mal. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, debemos tres veces más de lo que valemos, fueron otras de sus afirmaciones analíticas. Aunque, lógicamente, al final se colocó al lado de Zapatero, diciendo que algunos de los que antes le cortejaban ahora la dan la espalda, algo que calificó de injusto.

Lo dicho, Fernández Vara no se contenta con lo que ya tiene en Extremadura.

La semana catalana

Y semana de pasión es lo que han vivido en Cataluña estos días. Sus habitantes asisten perplejos a la incapacidad de las autoridades para gestionar una tremenda nevada y sus consecuencias inmediatas (bloqueos de carreteras, poblaciones aisladas, la capital intransitable) pero más aún las subsiguientes: seis días después, no se ha resuelto la falta de suministro eléctrico.

Hartos de pagar el pato, desde Endesa se ha replicado que si dos de los socios del tripartido, Esquerra e Iniciativa, no se hubieran negado a la instalación de determinadas líneas de súper alta tensión, nada de esto habría ocurrido.

El desastre catalán en estos días es el remate de una gestión que desdice clamorosamente de una sociedad que hasta hace muy poco era la más organizada y eficaz de España. Y eso, a unos meses de las elecciones autonómicas…

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