Por la boca… Los abucheos tienen protocolo

Y si no lo tienen, se lo buscamos. Y en eso está la ministra de Defensa que, con independencia del desfile militar, se ha debido de creer que la Fiesta Nacional de España es suya y de su exclusiva competencia. Amenaza con consensuar un protocolo. Pues en el fondo está bien pensado. Y así, por ejemplo, habría algunos ministros que aprenderían a saludar correctamente a los miembros de la Familia Real evitando posturas embarazosas cuando no ridículas.

Es absolutamente criticable la actitud de quienes incumpliendo protocolos y olvidando respetos, se permitieron interrumpir la interpretación del Himno Nacional, el izado de la bandera o el homenaje a los caídos. Esa actitud ni se justifica por una mala acción de gobierno ni debe ser tolerada en ningún caso.

En cualquier acto público hay momentos para expresar discrepancias con los poderes públicos y la libertad de expresión tiene sus límites en el respeto que a los españoles nos deben de merecer las manifestaciones que simbolizan lo que para todos tiene que ser intocable.

Pero es que la ministra ha cogido el rábano por las hojas. No sabemos a qué llama ella consensuar un protocolo, pero nos tememos lo peor. El 12 de octubre se nos puede quedar en nada. Y, entre la estatua de Colón inconvenientemente colocada, la austeridad en el gasto y las desavenencias con la opinión pública podemos convertirla en una reunión de vecinos en el patio de un bloque cualquiera.

Todos han opinado sobre los abucheos y hasta ha salido a relucir Pepe Rubianes, que ya es salir. Las bocas de los políticos ya se sabe que están hechas para permanecer abiertas y que su tendencia natural es a no cerrarse nunca.

Y ha terciado la vicepresidenta De la Vega dando la solución: el 12 de octubre los españoles tenemos que estar unidos como lo estuvimos en el Mundial de fútbol. Hay que reconocer que la idea es cuando menos original –aunque, como siempre, Mariano Rajoy prefiera mantener su virginidad política- porque la unión sería casi total.

El casi viene dado porque, a pesar de la euforia, hay españoles a los que no les importó lo más mínimo el Mundial pero sería impensable que haya españoles a los que les traiga sin cuidado el 12 de octubre, genocidios aparte. ¿O no? Pero, siguiendo con lo del Mundial de fútbol, sería vistoso ver a la ministra de Defensa gritando, presuntamente, aquello de ‘todos somos Rubianes’ para celebrar la formación cerrada de la marina o el paso acelerado del carnero de la Legión. En ese momento Pérez Rubalcaba le sacaría tarjeta mientras Rodríguez Zapatero y Ruíz Gallardón se enzarzarían en la típica discusión del graderío de cualquier estadio.

Y qué decir de la Familia Real tarareando en pleno las notas del Himno Nacional por aquello de que no tiene letra o ver a un coronel de Regulares levantando en alto –cual Iker Casillas- las medallas ganadas en la defensa de algunos de los islotes que quitan el sueño a Mohamed VI.

Ya está bien de bromas y a ver si entre todos conseguimos un poco de seriedad en asuntos que son serios y respetamos a los ejércitos y a sus integrantes como se merecen, se sea de la ideología que se sea. Y respetamos el Himno Nacional. Y respetamos a la bandera. Y respetamos a las autoridades legítimamente constituidas sin que por ello se dejen de expresar las críticas y las censuras que se estimen convenientes. Y, por fin, respetamos algo que es de todos, como la Fiesta Nacional de España.

 

Y, mientras, nos dejamos de protocolos y de magnificar gritos callejeros que ni conducen a nada ni son reflejo de la sociedad española en su conjunto que sabe dónde, cómo y cuándo ha de expresar sus discrepancias con la clase política que nos gobierna.

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