Por la boca… Las desventuras de Pablo Iglesias

No le vienen bien dadas a Pablo Iglesias en estos últimos tiempos. Se le acumulan los enanos crecidos y son muchos los girones de su gran personalidad que se ha ido dejando por el camino. Y eso es doloroso, por muy cínico que se sea.

Desde que perdió al ínclito pensador, al profesor Monedero, todo han sido reveses. Ya la forma en la que tuvo que prescindir del oráculo, fue traumática. Para alguien que ha hecho de perseguir la corrupción y de la transparencia y la honradez, su lema político, encontrarse de manos a boca con los cheques de Maduro, sin apenas tiempo para leer los inefables informes sobre la moneda común bolivariana propugnada por su compañero de claustro académico, no fue un plato de gusto

Y casi al mismo tiempo, otro compañero se ve envuelto, esta vez más cerca, en Málaga, en otro lío de haberes. Íñigo Errejón permanece al lado de Iglesias, pero los ‘rumores de la caleta’ no se acallan.

Y hasta perdió a la novia que era el brazo armado de IU en Moratalaz, porque la política no es muy proclive a la conciliación familiar. Menos mal que si perdió el amor de Tania Sánchez, no ha perdido a la compañera Tania Sánchez que, donde dijo el digo de nunca con Podemos, ha dicho el diego de sí con Podemos y reaparece radiante, en público, al lado del líder, situada en el número seis de la lista de Podemos por Madrid.

Y la, por el momento, última desventura de Pablo Iglesias se ha sustanciado allende los mares con las elecciones legislativas en Venezuela. Su líder, su ejemplo, el objeto de sus asesoramientos y desvelos de científico de la política, ha sido estrepitosamente derrotado por la oposición, a pesar de las trampas en las papeletas, de los encarcelados y de las amenazas e incluso a pesar de los consejos y de los informes de Juan Carlos Monedero.

Si a las desventuras anteriores añadimos los jarros de agua fría de las encuestas, los malos momentos están servidos.

Pero es que además ‘la casta’, lejos de reprocharle ir en mangas de camisa al Congreso al acto institucional del Día de la Constitución, cosa que el provocador hubiera agradecido, le recibe con toda naturalidad y hasta hace corrillos con él. Una frustración.

Ya no le queda más que volver a regalar al Rey otra temporada de ‘Juego de Tronos’ y hacer bromas contra el Monarca a base de Jordi Évole.

Además, simplemente con mentarle los ayuntamientos de Cádiz, de Madrid o de Barcelona, se le ponen los pelos como escarpias.

 
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