La coherencia de Podemos

Suele decirse la frase tan manida de ‘en el fondo de esa persona subsiste tal o cual lacra, esta u otra bajeza’. En el caso de Pablo Iglesias y sus compañeros, ni subsiste en el fondo ni se esconde detrás de nada. Podemos solamente engaña a quién se deja o a quienes están enredados en sus redes por muy sociales que sean, o sujetos por sus cadenas por mucha audiencia que tengan.

Quizás la coherencia sea la única grandeza de un comunismo trasnochado, de una extrema izquierda caduca o de un populismo de barricada. Siempre hay que esperar de ellos lo mismo. Ya sea en una discusión parlamentaria, en una algarada callejera o en la muestra de respeto por un fallecido.

Lo único que puede extrañar es que en personas medianamente jóvenes, anide tanto odio y tanto rencor. Odio y rencor que aflora al primer plano de su vida pública. Odio y rencor que choca más cuanto que, en su inmensa mayoría, son gentes que gozan de una buena posición socio-cultural, han estudiado en la universidad e incluso gozan de trabajos, más o menos estables, en el mundo de la docencia y presumen de buenas relaciones en el extranjero y hasta hacen sus pinitos en el negocio inmobiliario. No se trata de unos desheredados que viven en la calle, que duermen entre cartones o comen de la caridad ajena, en quienes el odio y el rencor podrían estar justificados.

No debe extrañar su actuación, ni hay que escandalizarse por sus insidias. Nada que reprocharles puesto que no engañan a nadie. Lo malo viene cuando intentan explicar esas maneras, esos odios y esos rencores. Eso sí que puede ser objeto de reproche. O no saben qué decir o no tienen más luces o ante un micrófono se acaba toda la sinceridad de sus actos.

Es mejor que hagan y no digan. Si Pablo Iglesias se siente orgulloso de lo que hace, no tiene por qué intentar justificar sus actos.

Dice Iglesias que el hacer o decir lo que uno quiere, es una de las ventajas de la democracia. Puede ser.

Pero la democracia también tiene sus desventajas. Una de ellas es propiciar que un tipo como Iglesias, pulule por la vida pública mostrando sin pudor sus miserias políticas.

 
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