Las comisiones de las comisiones

Unas sirven, para que algunos, más de los que se sabe, se forren y las otras para que los ciudadanos se percaten de la inoperancia del Poder Legislativo y de la falta de auténtica vida parlamentaria, provocado, todo ello por las mayorías que forma Sánchez.

Las comisiones, en general, tienen mala prensa. Unas -las de poner el cazo y llevárselo crudo, con pandemia y sin pandemia, con mascarillas y sin mascarillas- por inmorales. Las otras, las parlamentarias, las del Congreso y las del Senado, por inútiles.

Unas sirven para que algunos, más de los que se sabe, se forren y las otras para que los ciudadanos se percaten de la inoperancia del Poder Legislativo y de la falta de una auténtica vida parlamentaria, provocado, todo ello, por las mayorías que forma Sánchez.

Unas sirven para que los partidos se tiren los trastos a la cabeza, aprovechando que, como siempre, hay por medio una campaña electoral y las otras para constatar la inmoralidad de quienes ya se suponía que eran inmorales. 

Unas sirven para emponzoñar la supuesta honradez del enemigo político y, con aires rufianescos, vituperarle de cara a sus posibles votantes y las otras, para ser disfrazadas de gestión, más menos equivocada, en el uso de los dineros públicos.

Lo dicho, ni las comisiones de los que se forran a euros, ni las de los que se forran a insultos, sirven para nada de cara a los ciudadanos.

Y es lo que se pregunta mi portero: ¿pero, en lo de las comisiones de poner el cazo, hay algo? porque aunque aquí no hay aguas que bendecir, sí que suenan en los ríos.

E inquiere mi portero: Y si hay algo ¿se podrá demostrar o todos taparán a todos, porque todos tienen algo que tapar?

Y se interroga mi portero: si ese algo se demuestra ¿habrá condenas acordes con los delitos probados o todo se resolverá con pellizquitos políticos?

 

Y se malicia mi portero que todo se quedará en nada, cuando no haya elecciones a la vista.

Y es que mi portero es muy preguntón y además mal pensado y dice que algo habrá, en unas y otras comisiones, cuando hay tanto navajeo nervioso y tanto discurso desasosegado. Y cree mi portero que nunca se sabrá todo de todos y que lo que se sepa, quedará en nada desde el punto de vista de la justicia normal, esa que se imparte a los ciudadanos corrientes.

Y es que mi portero tiene respuestas para todo y se responde a sí mismo con gran desparpajo.

O sea que mi portero podría dedicarse a la política y quedaría francamente bien.

La carcajada… Dice Díaz a propósito de la subida del salario mínimo: “Si lo subimos podremos tomarnos un café y comprarnos unos zapatos”.

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