El día de los suplentes

No se trata del horroroso partido del Real Madrid en Alemania ni de echar la culpa a la ausencia de Cristiano Ronaldo, se trata de constatar que el banquillo de los partidos políticos no es tan bueno como nos quiere hacer ver Dolores de Cospedal.

La comparecencia de los suplentes, catalanes o no, en el Congreso de los Diputados, en la sesión del pasado martes en la que se votaba lo del referéndum en Cataluña, sirvió para reconciliar  a uno –al menos en parte- con lo de las listas cerradas. Y es que con lo de las listas para las elecciones uno se fija en las siglas y todo lo más en los primeros de cada relación y así pasan desapercibidos los suplentes. Lo que ocurre es que los suplentes, además de pasar desapercibidos, se sientan en un escaño e incluso a veces hasta toman la palabra y ahí pasa lo que pasa, mejor dicho, lo que pasó el martes en la Carrera de San Jerónimo.

Uno que habla en un tono desenfadado y hasta chulesco llamando de tú  a sus señorías simplemente porque habían sido vecinos de escaño. Otra a la que solo le faltó llorar contándonos las cuitas de Cataluña y de los catalanes por culpa de esta España que los oprime. Otro al que le dio por la agricultura y nos dijo aquello tan jocoso de la ‘euskalpatata’. Otro que se lanzó al inglés –eso sí, con la deferencia de hacer una traducción simultánea- simultaneándolo, a su vez, con el ‘eppur si muove’  de  Galileo.

Una sesión más bien cortita –en fondo y forma- que no pasará a los anales del parlamentarismo.

Todo un espectáculo que debió dejar estupefactos a ‘prorreferendumistas’ y a ‘antirreferendumistas’. Una vez más se vio que, salvo los cabezas de lista y dos más, hay muy poquita cosa en los banquillos, incluso en los banquillos autonómicos.

Argumentos pocos, formas peores, lenguaje descuidado y vocabulario escasito por mucho que se hablara en inglés, en catalán, en italiano o en euskera.

Menos mal que el debate, ya estaba previsto, no servía para mucho porque las habas, es decir los votos, estaban contados pero, aun así,  podía haber tenido un poquito más de altura tanto política como lingüística y oratoria.

 
Comentarios