Rescatar la serenidad

Ante las innegables dificultades actuales de nuestra sociedad, me acuerdo con frecuencia de una frase que decía mi madre y que, con no poca perplejidad por mi parte, me sonaba a chino. Con 8 hijos, se puede intuir lo atareada que iba mi madre, y lo bien que tuvo que administrar la economía de una familia media: y lo hizo bastante bien, porque los hijos hemos salido adelante con bastante dignidad y sin estridencias. Al menos hablo de los otros 7, para no hablar de mí.

Esa frase que repetía con frecuencia mi madre cuando se acumulaban los quehaceres era: “Vísteme despacio que tengo prisa”. Con los años he ido desentrañando su sentido, su sabiduría popular, y desde luego la brindo para los tiempos actuales. Para estos días en que el ministro de Economía, De Guindos, ha anunciado “enormes tensiones” en los mercados, el FMI y Bruselas reconocen que o se logra en 3 meses reconducir la eurozona o… la situación se enrarecerá mucho más.

Observo cierta histeria colectiva. Urge la serenidad. Se confunde lo que son dificultades reales con reacciones desproporcionadas y, sobre todo, con frecuencia carentes de lógica y de realismo. Algunos fomentan esa histeria por motivos de índole política, partidistas, y hacen un flaco servicio en estos momentos a España: son quienes deseaban que España fuera “rescatada” o “intervenida”, como Portugal, Grecia o Irlanda. Los mismos que atribuyen a Rajoy la plena responsabilidad de que se ayude a un sector de la banca hasta 100.000 millones de euros.

¿Hay alguien que piense que la situación bancaria española se ha producido en cinco meses que lleva gobernando Rajoy? ¡Un mínimo de sentido común! Pero yo tampoco atribuyo a ZP en primer lugar la responsabilidad de cómo se encuentra una parte de nuestro sistema financiero: es el propio sistema financiero, y desde luego el Banco de España –teórico controlador- merece algo más que una auditoría.

Sin embargo, los bancos han actuado alocadamente por la codicia también de muchos ciudadanos y gobernantes. Se concedían y facilitaban créditos, que suponían “bonus” para los directivos de la banca, pero también inversiones de gobernantes y ciudadanos que una familia media jamás se hubiera planteado ni realizado. Todos apuntados a la burbuja inmobiliaria, o casi todos, y todos miran a los demás.

Con serenidad acertaremos más todos, sin simplificar, uniendo esfuerzos, y evitando demagogias que encienden la histeria. Tiempos agitados, y por eso es más necesario aplicar el sentido común con serenidad, que incluye energía y decisión, no la queja sistemática ni culpar a todos menos a uno mismo, que suena a infantilismo.

 
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