Otros daños colaterales de intervenir un banco

Acabo de tener una charla con un amigo economista que habla muy clarito. Me ha recordado, como ya hizo hace algún tiempo, cuáles son los problemas que presenta un Gobierno que acude al rescate de una entidad como Bankia (o cualquier otra).

La solución aprobada por Luis de Guindos pretende salvar el mercado financiero español en general. De eso no hay duda. Principalmente, porque el banco que presidía Rodrigo Rato es una entidad “sistémica”, es decir, que en caso de quiebra, podría desestabilizar todo el sistema.

Sin embargo, intervenir un banco presenta graves daños colaterales. Charlando con mi amigo me dejó claro dos fundamentales:

Uno. Esta medida erosiona gravemente la imagen de las instituciones reguladoras del mercado. Un agente financiero que acaba de constatar que ‘papá Estado’ acude en socorro del náufrago en plena catástrofe pierde cualquier motivación para cumplir con las normas establecidas. Los inversores tampoco encontrarán ahora incentivo alguno para seguir vigilantes.

Dos. Las altísimas retribuciones de los directivos de las principales entidades financieras no se justifican en absoluto si, al final, cuando fracasan y deberían dar cuenta de su nefasta (o al menos, imprudente) gestión, ‘papá Estado’ acude en su ayuda… ¡Y con el dinero de todos esos modestos españoles que cotizan!

Mi amigo añadía una última reflexión.

Si el Estado se va a convertir ahora en el garante supremo y universal de la estabilidad del sistema económico nacional, utilizando para ello los fondos del Estado (o sea, la recaudación tributaria), ¿no habrá que decidir democráticamente qué entidades deben ser salvadas y cuáles no? ¿no deberá consultarse a los ciudadanos por qué esas y no otras?

Vamos, que alguien me explique por qué no puedo elegir yo a qué plan de saneamiento deben destinarse mis impuestos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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