Es usted un optimista enfermizo

Regreso a esta columna, tras varios días de ausencia por vacaciones. Y lo hago con la intención de responder a algunos comentaristas que insisten en calificarme de “optimista enfermizo”, alguien que afronta con “positividad” este 2013 más bien por ingenuidad e inconsciencia.

No me parece mal que el primer post del año 2013 tenga como objeto rebatir esa mentalidad ceniza y amargada. Así que acepto el reto. Seré breve.

Lo primero que me gustaría recordar es que aquí nadie tiene una bola mágica, capaz de predecir el futuro sin margen de error. De hecho, hasta los gurús económicos y financieros se las ven y se las desean para realizar sus predicciones. Y fallan más que una escopeta de feria. Serían millonarios si no se equivocaran nunca.

En segundo lugar, insisto en una idea recogida en otros artículos: los españoles somos más bien pesimistas. Será un mecanismo de defensa o un mal del carácter mediterráneo, pero lo cierto es que nos gusta ponernos en lo peor, adelantar las tragedias y digerirlas por anticipado. Si después la realidad se encarga de desmentir nuestros malos augurios –advierten algunos-, eso que tenemos ganado.

Alguien podría pensar que esta forma de pensar es fruto de la sensatez. Que evita muchos problemas y anestesia contra el dolor. Pero a mi no me parece una buena estrategia. Principalmente por dos motivos.

Para empezar porque angustiado no se vive mejor. Todo lo contrario. La inseguridad genera parálisis. El miedo frustra proyectos. La incertidumbre impide afrontar grandes retos. La duda es prima hermana de la indecisión. El riesgo de fracaso nos lleva a la apatía. Y se duerme mucho peor.

Pero es que además (y más importante), el pesimismo no es un planteamiento realista, verdadero, cabal. De eso nada.

Lo cierto, lo verdadero es que existe bien en el mundo y el destino de la humanidad es asistir a su triunfo final sobre el mal.

De esto precisamente habló el lunes Benedicto XVI durante la celebración del Te Deum de Acción de Gracias por el año 2012 que acababa.

 

Admitió que algo así resulta difícil de entender porque “el mal hace más ruido que el bien: un asesinato brutal, las violencias que se extienden y las graves injusticias son noticia”. Sin embargo, añadió, existe el bien en el mundo, y “este bien está destinado a vencer, gracias a Dios”.

Y concluyó con una recomendación realmente interesante: “Si queremos entender el mundo y la vida, debemos ser capaces de permanecer en silencio y en meditación, en la reflexión silenciosa y prolongada; debemos saber pararnos y pensar”.

Más en twitter: @javierfumero

Comentarios