Humo e historia

Nunca las grandes empresas tabacaleras han estado solas para conseguir sus objetivos. Hace pocos años, en un artículo —por lo menos original- la ensayista norteamericana Wyatt apoyaba a los fumadores apoyándose en...la historia. Esta autora aseguraba que si la Humanidad se dividiera en dos sectores, fumadores y no fumadores, entre los primeros se encontraban los intelectuales, la gente de buen gusto, los más inteligentes, los trabajadores; y entre los segundos estarían los pusilánimes y los amargados. En el texto reconocía que Hitler no fumaba. En cambio, Churchill y Eisenhover así como los grandes generales de la historia, eran fumadores empedernidos. Por otro lado, en la era gloriosa de Hollywood, el tabaco fue el sello distintivo del glamour. Después de ofrecer esta peculiar visión histórica, la ensayista se vuelca sobre la prohibición de la publicidad del tabaco, relacionándola con el aumento de los fumadores. De todos los datos aportados, que son numerosos, cabría deducir, paradójicamente, que la publicidad disminuye la adicción a los cigarrillos. Ante las anteriores argumentaciones en favor de los fumadores no queda nada que añadir, simplemente quedarse uno de piedra cuando lee: “Está científicamente comprobado que los no fumadores son personas depravadas”. Y es que hay que oír de todo.

 

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