Battisti, autor consagrado de novela negra y condenado por cuatro asesinatos, reescribe su historia

Battisti vivía en el Hexágono desde 1990, protegido por la llamada “doctrina Mitterrand”. El entonces presidente de la República había afirmado que los terroristas italianos que hubieran renunciado a la violencia y no fueran autores de crímenes de sangre, no serían extraditados a Italia.   Battisti está condenado a cadena perpetua, pero una primera demanda de extradición del gobierno italiano fue rechazada en 1991 por vicio de forma. En febrero del año pasado, fue detenido y puesto después en libertad mientra el Tribunal de Apelación de París estudiaba una nueva petición de extradición. Cuando el tribunal anunció que autorizaba la demanda de extradición, Battisti se había esfumado.   Durante estos meses, Dios sabe dónde, el antiguo terrorista ha estado escribiendo su última novela, que lleva por título “Ma Cavale” (“Mi Fuga”). Una mezcla de docu-ficción, en la que relata su vida-huida: sus esfuerzos por convencer a sus camaradas de los Proletarios Armados por el Comunismo (PAC) de la inutilidad de los asesinatos; las torturas a las que fueron sometidos todos los de su grupo por parte de la policía; la represión de los tribunales italianos, en manos de los hombres del Partido Comunista...   El prólogo corre a cargo del mediático periodista Bernand-Henri Lévy, que según el diario Libération apenas conoce a Battisti, pero ha asumido la tarea de defenderle “en nombre del Estado de derecho y de los principios”, porque Francia no puede renegar de su palabra veinte años después aunque los jueces digan lo contrario. Y, además, “es perfectamente posible que Battisti sea inocente” dice BHL, porque su principal acusador no es otro que Pietro Mutti, el jefe de los PAC, el grupo al que pertenecía Battisti. Las condenas fueron pronunciadas gracias al testimonio de los arrepentidos.   Falso, responde Le Figaro. La investigación aporta las pruebas utilizadas en todas las democracias: análisis balísticos, documentos redactados por los terroristas y requisados durante las perquisiciones, declaraciones de testigos, y las confesiones de cinco miembros del “grupo operacional” del PAC. “En Francia”, añade el diario “muchos acusados son condenados con pruebas más frágiles y benefician de derechos de la defensa menos exigentes”.   En realidad, lo que reprocha el diario conservador al antiguo terrorista es que éste “se pague el lujo indecente” de volver sobre los escenarios mediáticos mientras está perseguido por la Justicia. De despreciar esa justicia a la que tienen que someterse todos los ciudadanos mientras que él prefiere elegir el tribunal de la opinión pública y de las cadenas de televisión. Una opción “reservada a los poderosos de hoy: los que tienen acceso a esos medios de comunicación y promoción”.

 
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