Recuperar libertades

El revolucionario es un funcionario en potencia; el rebelde es un reaccionario en acto”.

El último bimandato, bajo la excusa de la extensión de libertades sociales, supone el mayor periodo de restricciones de libertades individuales desde la transición. Hemos visto la extensión de servicios que sin intervención judicial pueden retirar un hijo a sus padres, ruptura del principio de presunción de inocencia, inspectores que vigilan que no se atienda en español en establecimientos o en que lengua hablan los niños en los recreos, perseguidores de actos religiosos, cierre de lugares de culto, vigilancia de los metros de distancia de la puerta de un hospital en los que un fumador puede fumar durante, por ejemplo, una operación a vida o muerte de un pariente, ministerios sancionando campañas de promoción de medios por falta de comprensión a la diversidad de orientaciones sexuales, cierres, castigos, prohibiciones, censuras de palabras y expresiones, denuncias por fumar en escenario, mas denuncias por machismo, a prebostes diciendo que la educación es cosa suya, que por ello ha vivido bien de ello, y no de los padres que no se preocupan. Hemos visto hasta a comisarios para domeñar las asociaciones de víctimas del terrorismo.

No hay semana que no aparezca un organismo con cargo al presupuesto que sirve para vigilarnos, véase el último sindiano; bien mirado un organismo pagado por sus víctimas es algo así como el cobro chino de la bala de la ejecución.

Por eso para creer la sinceridad de la alternancia política debe decírsenos cuantos organismos se van a suprimir y cuantas prohibiciones se van a retirar, cuantos mea culpa se van a entonar por colaboracionismo, cuantas leyes se van a derogar y cuantas facultades administrativas van a ser colocadas de forma efectiva bajo control judicial. Nadie vota por la mejor administración de la mazmorra, salvo que sea un preso definitivamente carcelizado.

 
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