De fotos y escoltas

Menos mal que la Audiencia Nacional corrigió a tiempo la decisión del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por la que no se consideraba enaltecimiento del terrorismo el exhibir fotos de presos de ETA en manifestaciones convocadas por asociaciones próximas al entorno etarra. 

Aunque los magistrados del alto tribunal vasco se amparaban para tomar esa decisión en defectos de forma  y en que la propia Consejería de Interior del Gobierno Vasco no había prohibido las citadas manifestaciones –previstas celebrar estos días en la localidad guipuzcoana de Mondragón- esta resultaba absolutamente incomprensible para el común de los mortales. 

Los presos de ETA están en esa situación, cumpliendo una condena  o bien porque han asesinado a personas, o porque han ayudado a hacerlo, o porque  han puestos bombas que han causado daños personales o materiales. Es decir, están en prisión por ser lisa y llanamente terroristas o colaboradores de ellos. Y si exhibir sus fotos en una manifestación convocada para pedir su acercamiento a cárceles del País Vasco no es enaltecimiento del terrorismo, ¿podrían los señores magistrados del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco explicarnos a los ciudadanos exactamente que es? 

Amén de que constituye una clara ofensa para las víctimas del terrorismo tener que contemplar en los medios de comunicación imágenes de esas manifestaciones y ver que en las mismas que se portan los retratos de los asesinos de sus seres queridos. 

Es loable el empeño del actual Gobierno Vasco encabezado por el lehendakari López por acabar con los espacios de impunidad que durante todos estos años han gozado los simpatizantes de ETA en las calles y plazas del País Vasco. Pero ese objetivo sólo se alcanzará si en su consecución se implican todos los poderes del Estado de Derecho y no solamente el ejecutivo.  

Porque todavía queda mucho camino por recorrer para alcanzar la ansiada libertad en Euskadi. El pasado viernes tuve la ocasión de asistir en Vitoria a un acto de la Fundación Miguel Ángel Blanco en el que se hacía entrega de un premio a la convivencia de dicha Fundación a los concejales del PP y del PSE. Un acto emotivo, lleno de significado, porque efectivamente, esos concejales constitucionalistas que ejercen sus funciones en tantas localidades del País Vasco donde reina un ambiente de miedo y coacción, tienen un gran mérito y merecen todo el reconocimiento político y social. 

El acto se celebró en un céntrico hotel de la capital alavesa. Cuando abandonaba el mismo ya entrada la noche, pude comprobar que en la calle había mas escoltas esperando a sus protegidos que asistentes al acto. ¿Es esto normal en pleno siglo XXI en un rincón de la vieja Europa?                

 
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