De plástico

Los rusos son imprevisibles. Fue un ruso el que recorrió Internet mostrando con orgullo su casa en miniatura, construida dentro de un ordenador personal. Un prodigio de la arquitectura inútil, que es esa rama técnica dedicada a la venta de adosados para muñecas en eBay. Ruso es el ingeniero Evgueni Ubiyko, conocido por la construcción de un búnker resistente a temperaturas extremas e impactos de toda índole, con el que sobrevivirá al fin del mundo, que llegará en 2012, según sus propias fuentes. Y rusa es, también, la empresa que ha comenzado a fabricar tanques de guerra de plástico, para confundir al enemigo. Insuperable hallazgo.

En Rusbal, que así se llama la fábrica, son especialistas en cosas que se hinchan con aire y que flotan si las tiras al mar. De todos los colores y tamaños. Lo último que han añadido a su catálogo es una gama de productos bélicos que aspiran a ser el no va más en próximos conflictos armados. Aunque diseñan pistolas, ametralladoras e imitaciones de todo tipo de material de guerra, la joya de su catálogo son los tanques o carros de combate de plástico. Una delicia. Auguro que, al margen de su empleo en combate, se van a convertir en la bomba del verano en las costas mediterráneas. El cocodrilo hinchable está pasado de moda, y con la salchicha flotadora se han ahogado muchos alemanes en avanzado estado de embriaguez. Se acabaron las piraguas y las canoas de plástico. El futuro es el tanque de goma. Prepárense.

Tanto en la playa como en la guerra, estos tanques son muy cómodos, porque pueden plegarse y transportarse en una pequeña mochila. Según las instrucciones del fabricante, su manejo es más sencillo que el mecanismo de un chupete de los años 60, porque los chupetes de ahora -de tercera generación- parecen diseñados por la NASA. Una vez que haya adquirido el tanque, si desea darle gato por liebre a su enemigo, primero, adéntrese en el campo de batalla y sitúese en un bosque no demasiado frondoso. A continuación, abra la mochila y retire el precinto de protección de plástico. Después guarde la garantía. Lea las instrucciones del fabricante. Lea después las advertencias del Gobierno y del ministerio. Levante la palma de la mano y afirme en alto haber comprendido las precauciones de los organismos internacionales de defensa del medio ambiente. Ahora extienda el tanque sobre una superficie plana. Localice la boquilla y comience a soplar con fuerza en su interior. Si mantiene un ritmo de soplido uniforme durante tres horas, habrá comenzado a hinchar levemente el cañón. Asusta, pero aún no mata. Siga soplando. Lo normal es que cuando termine de leer los manuales y de hinchar el tanque al completo, el enemigo le haya matado quince o veinte veces. De todas formas, si sobrevive, podrá comprobar su increíble eficacia.

Antiguamente, en la guerra, el enemigo bombardeaba su puesto, atrincherado junto a ese árbol tan frondoso, y a usted no le daba tiempo a reaccionar. Ahora el enemigo bombardea primero el tanque de plástico, e inmediatamente después, hace lo propio con su puesto, atrincherado junto a ese árbol tan frondoso, y a usted tampoco le da tiempo a reaccionar.

El invento de Rusbal puede triunfar también fuera del campo de batalla. Rumores de última hora apuntan a que el Gobierno realizó hace algunos meses un pedido de urgencia a esta empresa con vistas a las próximas elecciones. El objetivo es presentar un candidato de plástico que sirva para que la oposición se entretenga abofeteándolo en la precampaña. Y para que se confíe. Sobre todo para que se confíe. Y así, cuando llegue el momento de la verdad, dicen las fuentes de los rumores, el candidato de verdad emergerá de la nada, alzándose sobre las cabezas de cuatro millones y pico de parados, con la intención de arrasar en las próximas elecciones. Esto es España, así que todo es posible. La cuestión ahora es saber cuál es el candidato de plástico. En la calle Génova ya se abren apuestas. Para mí que son todos igual de falsos.

 
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