Por la boca… Protección animal. Urtasun ministro

Que alguien que dice estar dedicado a la cultura y en nombre de la cultura, decida que la Tauromaquia no es cultura y es algo sádico y despreciable, no merece ningún comentario, pero cuando ese alguien, que ocupa un cargo, insulta, provoca y hasta practica le descalificación de ciudadanos que, en el ejercicio de su libertad, quieren asistir a una corrida de toros y los llama sádicos, maltratadores y despreciables, ya es harina de otro costal.

Las memeces de Urtasun no merecen un solo razonamiento, ni el más mínimo argumento para defender la Fiesta de los Toros y demostrar lo que todos saben en relación a los toros y la cultura; pero cuando las memeces se convierten en insultos no está de más poner al sujeto en su sitio.

Injusto, sádico y despreciable (no Urtasun) es su concepto de la Tauromaquia y como hay que proteger a los animales (no a Urtasun) sino al toro bravo, Urtasun ha decidido quitar de en medio -de en medio de la cultura- el Premio Nacional dedicado a los Toros.

Nada más lógico en estos tiempos que corren en la política española en la que cada uno va a lo suyo, a defender a los suyos y a defender lo suyo. Que para eso estamos, con  los comunistas en la vanguardia.

Unos defienden sus enamoramientos y otros también, que cada uno puede enamorarse y defender lo que le parezca oportuno y si hay que defender al toro de lidia del maltrato sádico y despreciable, pues se hace desaparecer la Fiesta y cada animalista se lleva una ganadería a su casa y la cuida y la conserva y protege los derechos de los toros en la terraza del piso o, si se es ministro, en el jardín del chalet.

Si Urtasun fuera más agradable, incluso de aspecto, podría hasta comprendérsele. Ir por Cataluña de pijoprogre y de señorito comunista, pasar por la universidad, hacer una oposición (mi portero a quienes quiere conocer es a los integrantes del tribunal), darse garbeos por Europa y llegar solamente a ministro de Cultura de Sánchez y a segundón de Díaz, y que Díaz te promocione, frustra a cualquiera. Si además, la primera tarea diaria en el despacho, que le han puesto entre Díaz y Sánchez, es inventar qué hacer hoy, la frustración crece y de esa frustración, nacen las descolonizaciones de museos, el divertido arrobo ante la Leyenda Negra e incluso el ataque a la Tauromaquia. Y es que cuando se padece diarrea mental, todas las ideas salen hechas una m…..

Que alguien que dice estar dedicado a la cultura y en nombre de la cultura, decida que la Tauromaquia no es cultura y es algo sádico y despreciable, no merece ningún comentario, pero cuando ese alguien, que ocupa un cargo, insulta, miente, manipula, provoca y hasta practica le descalificación de ciudadanos que, en el ejercicio de su libertad, quieren asistir a una corrida de toros y los llama sádicos, maltratadores y despreciables, ya es harina de otro costal. Porque desde el Consejo de Ministros, aunque no hubiera nada más que un español aficionado a los toros, jamás se le puede insultar, (salvo que salga al ruedo Puente).

Claro que hay pretendidos expertos en cultura que ni siquiera son despreciables, ni sádicos, ni maltratadores, son simplemente tontos, y ni siquiera son tontos útiles, sin más utilidad conocida que la que atesoran para ellos mismos y para cobrar el sueldo que se llevan todos los meses, a base de subvenciones procedentes de los impuestos de los miles y miles de sádicos, despreciables y maltratadores que son aficionados a los toros.

Son muchos los que de buena fe y sabiendo de lo que hablan, defienden la Fiesta. Y lo hacen con incontestables argumentos históricos, artísticos, culturales, ecológicos y económicos, y esgrimiendo realidades como la conservación del campo bravo, de la dehesa, de la ganadería brava, de una especie animal única, de las corridas y de eso que el maestro Cañabate denominó “el planeta de los toros”. Y lo hacen muy acertadamente.

 

La duda que tienen otros muchos es si merece la pena argumentar con tontos inútiles que viven del cuento, de la subvención y de privar a muchos ciudadanos de sus legítimas libertades y de sus derechos, que es la obsesión de todo comunista y más si ejerce de mayordomo de Díaz.

Porque los ciudadanos sí que tienen derechos, aunque Urtasun -atavismos personales y complejos azules heredados aparte- se centre solamente en los derechos de los animales y como experto comunista pretenda privar de sus irrenunciables derechos a los ciudadanos.

Él sabrá cuales y por qué. 

La carcajada…  Dice Zapatero en tono profesoral, entre viaje y viaje de visita a Maduro –que ese sí que es demócrata- y mientras se mofa de quienes rezan el Rosario en la calle: “La democracia se ha construido en la historia a base de amnistías y se reconstruye a base de amnistías, porque le es (sic) propio de la democracia el perdón, la solución práctica de los conflictos”.

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