Reivindicar, exigir, reclamar

Hoy se cumplen dos años del 15-M, aquel movimiento ciudadano que provocó un gran asombro (incluso internacional) por su vigor, autenticidad, dimensión y transversalidad. Mi balance de aquellos días es positivo: creo que nos ha dejado algo aprovechable.

Percibo en los ciudadanos un cierto espíritu reivindicativo que antes no existía.

En España tendemos a ser conformistas, a aguantar el tirón si nos atropellan. No exigimos el libro de reclamaciones lo que debiéramos y apenas ejercemos iniciativas legislativas populares, sobre todo en comparación con otros países de nuestro entorno.

Todavía recuerdo lo que me contó una vez un directivo de un gran tour-operador internacional. Si por algún motivo, se producía ‘overbooking’ en un crucero o un circuito de vacaciones y se habían vendido más billetes de las plazas disponibles, la orden de la compañía era tajante: hay que dejar en tierra a españoles o italianos.

-- “Son los que más ruido arman en el momento –me explicó entonces aquel directivo. Montan una buena escandalera cuando se quedan en tierra lamentando su mala suerte. Hay que pasar el mal trago porque pasados los días, apenas un 1% de los afectados presentan una demanda o exige la devolución de lo abonado. Todo lo contrario de lo que sucede con turistas más flemáticos, como los nórdicos o los alemanes, que apenas montan algaradas in situ pero tendrás a sus abogados en tu cogote de por vida...”.

Creo que esto, en parte, se acabó. Movimientos como el 15-M han supuesto un incentivo para la sociedad española. No es de recibo una actitud quejosa frente a la vida mientras se permanece recluido confortablemente frente a la chimenea.

Es tan cómodo dejar hacer a los políticos, que ellos se ocupen de todo: de la educación, de la sanidad, del trabajo, de las ofertas de ocio y entretenimiento... Mientras tanto, los muñidores de nuestro bienestar se enriquecen, mangonean, diseñan el pensamiento de nuestros hijos, hacen y deshacen a su antojo. Porque asumir responsabilidades es tremendamente agotador.

Nadie quiere ni liderar su comunidad de vecinos... como para pedirles ahora que encabecen una marcha por el derecho a ser escuchados.

Sí. Hoy estamos más cerca de decir basta a esa modorra tan peligrosa.

 

Más en twitter: @javierfumero

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