El caso Matisyahu

La prohibición fue apoyada por algunos de Compromís en Castellón. Se hizo porque el cantante no accedió a lo que le pedían: apoyo a los palestinos. Como caso particular pasará. Como síntoma, confirma esa ley política que afirma que quien manda no resiste a la tentación de persuadir a otros de lo que ellos mismos piensan. Si esto se hace con argumentos, nada que objetar. Si se hace obligando al otro con coacción, entonces toda la retórica sobre pluralismo y libertad, es charlatanería.

No sé si los de Compromís se consideran de izquierda, aunque parece ser que sí, pese a que históricamente los nacionalismos son de derecha, pero, en cualquier caso, no hay que olvidar que existe una tradición izquierdista de prohibición y censura, con el caso más extremo en lo que fue la URSS y sus satélites y con prolongaciones que llegan a hoy, como en China. También hay una tradición derechista en el mismo sentido, porque los extremos se tocan.

Algunas sensibilidades de izquierda son muy sensibles hacia su propia radicalidad y la existencia de algo distinto les irrita. Si están en un país democrático no tienen más remedio que soportarlo. Hasta que no pueden más y les pasa como a estos de Compromís: te prohibo cantar porque no dices lo que quiero que digas, aunque no estés de acuerdo.

Por otro lado, y así es la vida hoy. Matisyahu ha conseguido publicidad. No lo había oído nunca, ni nombrar. Lo he buscado y lo he puesto. Me gusta. Ritmo de un reggae híbrido y vivo. Una voz clara y fresca. Una banda convincente.

Y con independencia de todo esto yo sí puedo decir que estoy a favor de un Estado palestino, como, por otro lado, lo están los judíos más lúcidos y amantes de la paz. Daré solo dos nombres. Tony Judt y Amos Oz, el mejor escritor israelí actual.

 
Comentarios