La apasionante historia del descubrimiento de la tumba de Tutankamon hace 99 años

El hallazgo del mítico faraón que estuvo sumido en las tinieblas unos tres mil 300 años es uno de los grandes logros de la arqueología mundial

El 4 de noviembre de 1922, hace 99 años, se produjo uno de los mayores descubrimientos de la historia de la arqueología, el de la tumba, intacta después de res milenios, del faraón Tutankamón. El honor le correspondió al arqueólogo británico Howard Carter que la descubrió cerca de Luxor el lugar del enterramiento.

Howard Carter

Este mérito le corresponde a Husein Abdel Rasul, quien a sus diez años, mientras laboraba llevando agua a los arqueólogos comandados por Howard Carter en el Valle de los Reyes, fue quien encontró de manera fortuita, el 4 de noviembre de 1922, el primer escalón que conducía a la cámara mortuoria. Al descargar las vasijas de agua del burro en el que las transportaba, escarbó en la arena para colocarlas, hallando un escalón del que no se tenía conocimiento hasta entonces.

El niño dio aviso a los extranjeros que cavaban la zona y esa misma jornada, el equipo de Carter continuó limpiando la zona hasta dejar al descubierto cerca de 16 escalones más a partir del hallado por Husein Abdel Rasu, mismos que los llevarían en los siguientes meses a descubrir la tumba de Tutankamón. Sin embargo, el hallazgo del niño y su nombre no fueron mencionados en las memorias de Carter, quien estaba a punto de abandonar la zona al creerla desierta y por la presión de su mecenas Lord Carnarvon, quien le acusaba de estar gastando dinero sin obtener ningún resultado. 

Es más que probable que las “cosas maravillosas” que Carter descubrió un par de meses después no hubieran sido posibles sin la presencia de Husein Abdel Rasu, un sencillo chico que se ganaba la vida llevando agua a los arqueólogos que estudiaban el pasado de Egipto. En el presente, su nieto Mohamed Abdel Rasul, dueño de una pequeña taberna a las puertas del Ramesseum, el templo mortuorio del gran Ramsés II, desea reivindicar la memoria de su abuelo y nos recuerda que tras su importante hallazgo que dio pie al descubrimiento de una de las tumbas más famosas de la historia “tuvo una vida normal. Era propietario de algunas tierras y siguió trabajando en misiones arqueológicas. Cualquier egiptólogo forastero que llegaba a Luxor venía a visitarle. Se ganó la vida como rais (capataz) de excavaciones. Era bueno dirigiendo a los obreros”. Husein Abdel Rasu murió tranquilamente en 1996, olvidado en los libros de historia que tienen a Carter como el 'único' descubridor de la tumba.

La historia de Husein Abdel Rasu es una de tantas que permanecen ocultas al ser omitidas por quienes quieren cubrirse de gloria. El trabajo de excavación de Carter sin duda es digno de reconocerse, pues le dio al mundo uno de los obsequios históricos más importantes de todos los tiempos que permitió a la egiptología ampliar sus conocimientos. Pero ¿qué hubiera ocurrido si el pequeño Husein Abdel Rasu no hubiera estado presente trabajando en el Valle de los Reyes ese día? ¿Tutankamón hubiera sido despertado de su sueño milenario?

El descubrimiento del lugar de descanso eterno del joven faraón de la XVIII Dinastía alcanzó fama mundial debido a que se encontraba intacta tras más de tres milenios, a salvo de los saqueos, siendo la tumba mejor conservada del Valle de los Reyes.

Prestigiado por sus innovadores métodos arqueológicos, Carter había comenzado en 1907 a trabajar para Lord Carnarvon, un noble entusiasta aficionado a la arqueología, como supervisor de las excavaciones en Deir el-Bahari, cerca de Tebas.

Como ya se ha dicho, fue el 4 de noviembre de aquel año cuando el aguador de los trabajadores tropezó accidentalmente con una piedra que resultó no ser tal sino el principio de una escalinata que Carter excavó hasta llegar a una puerta de barro en la que se apreciaban varios sellos con escritura jeroglífica.

 

El británico ordenó entonces volver a tapar de nuevo la escalera y se apresuró a enviar un telegrama a Lord Carnarvon para que se desplazase hasta allí desde Inglaterra.

El 24 de noviembre de 1922 se excavó la escalera en su totalidad y el cartucho egipcio en el acceso que indicaba el nombre de Tutankamón. Dos días más tarde, Carter realizó una “pequeña abertura en la esquina superior izquierda” de la entrada. Desde ahí pudo vislumbrar el interior gracias a la luz de una vela y ver tesoros dorados y en marfil. Carnarvon le preguntó si podía ver algo y Carter le respondió con su famosa frase: “¡Sí, puedo ver cosas maravillosas!”

Carter había descubierto la tumba de Tutankamón, que más adelante sería conocida como KV62. La sepultura fue protegida hasta la llegada de un oficial del Departamento de Antigüedades Egipcias al día siguiente, aunque esa noche, Carter, Carnarvon, su hija y el ayudante Callender aparentemente entraron sin permiso, convirtiéndose en las primeras personas en tres milenios en acceder al enterramiento.

La mañana siguiente, 27 de noviembre, vio la inspección de la tumba a manos de un oficial egipcio. Callender accedió con luz eléctrica, iluminando una vasta colección de objetos, incluyendo divanes, cofres, tronos y altares. Asimismo, hallaron evidencias de estancias anexas, incluyendo una puerta sellada hacia la cámara del sarcófago, flanqueada por dos estatuas de Tutankamón. A pesar de la existencia de signos de expolios en tiempos antiguos, la tumba se encontraba intacta y se calculó que albergaba más de 5000 objetos. El 29 de noviembre la tumba se abrió oficialmente en presencia de varios dignatarios invitados y oficiales egipcios.

Tras percatarse de la magnitud de la tarea, Carter pidió ayuda a Albert Lythgoe del equipo de excavación del Metropolitan Museum de Nueva York, que trabajaba en las cercanías, mientras que el Gobierno egipcio mandó al químico analítico Alfred Lucas. El 16 de febrero de 1923, Carter abrió la puerta sellada y confirmó que dirigía al sarcófago de Tutankamón. La tumba fue considerada la mejor preservada e intacta del Valle de los Reyes y su descubrimiento alcanzó a la prensa mundial. Lord Carnarvon vendió la exclusiva a The Times, lo que enfureció al resto de la prensa.

A finales de febrero de 1923, una discusión entre Carnarvon y Carter, probablemente causada por cómo lidiar con las autoridades egipcias, interrumpió la excavación temporalmente. Los trabajos se reanudaron en marzo tras una disculpa de Carnarvon a Carter.

A finales de ese mes Carnarvon contrajo bacteriemia por la picadura de un insecto mientras se hospedaba en Luxor, cerca de la tumba, y falleció el 5 de abril de ese año, alimentando la leyenda de la maldición de Tutankamon. Los meticulosos métodos de catalogación de los miles de objetos de la tumba ocupó a Carter durante casi diez años, siendo trasladados al Museo Egipcio de El Cairo.

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