Así viven “el fin del mundo” las cajeras de supermercados
“Estos días están siendo realmente de mucha tensión”, cuenta Charo, una cajera de un supermercado de A Coruña. La semana pasada estaba descansando en su casa pero recibió una llamada inesperada. La encargada del centro la llamó para ver si podía ir a trabajar. Le dijo textualmente: “es el fin del mundo”.
Desde entonces, Charo no ha dejado de trabajar. De nueve a tres y de seis a nueve, aunque “en realidad es más tiempo porque tenemos que entrar antes a reponer”, explica.
Colas interminables, nervios de la gente, la histeria del papel higiénico y situaciones surrealistas. Muchas.
El sábado, por ejemplo, la llamaron al teléfono de la caja:
-- ¿Quién es usted?
-- Yo soy una trabajadora del supermercado, señora…
-- Bueno, a mí no me importa quién es usted. Yo soy una señora muy mayor, el mes que viene cumplo ochenta años y estoy inútil.
-- Señora… pero estoy trabajando, ¿Qué quiere?
-- Mire, no me haga llorar eh… estoy operada de la cadera…
Al no entender nada, Charo le pasó la llamada a su encargada a quien la señora tuvo al teléfono otro tanto, explicándole lo mismo. Finalmente, resultó que quería encargar una compra a domicilio.
También en estos días, al comienzo de las restricciones entró una chica. No tenía muy buena pinta y le vio las intenciones desde que entro al local: iba a robar. Efectivamente. La encargada la pilló ‘in fraganti’ y le exigió que dejara las cosas. La tensión fue ‘in crescendo’ y comenzó una pelea en el supermercado, en la que intervinieron más trabajadores.
Charo mientras todo eso sucedía agarró con decisión el teléfono y llamó a la policía. Pero de pronto se percató de alguien la sujetaba del brazo, una y otra vez. Volvió la cara y así era: una señora le tiraba del brazo aunque ella le pedía que esperaba un momento.
La policía debía estar por los alrededores porque llegaron inmediatamente. Fue visto y no visto. Actuaron con decisión y la pelea se disipó. En ese momento, Charo se relajó y se dio cuenta de la mujer seguía llamando su atención.
-- Pero vamos a ver, ¿usted qué quiere?
-- Yo quiero saber si tienen mantecados de Astorga…
Charo no se pudo aguantar y le entró un ataque de risa. ¡Mantecados de Astorga en pleno rifirrafe en el recinto! Ahora en el supermercado acaban de poner seguridad privada.