‘Míster No’

El Gobierno va sacando adelante con cierto éxito la estrategia, iniciada la semana pasada y consumada ésta, de proponer el famoso pacto de todos los partidos, con el indisimulado objetivo de que la negativa de los populares les convierta, ante una opinión dolorida por la crisis, en los ‘culpables’ de los males del país.

Que la idea, atribuida al cerebro galaico de José Blanco, ha sido un éxito lo muestra su primera consecuencia: el debate político se ha instalado en si el PP se suma o no al pacto, en lugar de seguir hablando de los desastres de la economía. Que son muchos, evidentemente, como ha mostrado el último anuncio de la UE diciendo que la subida del IVA provocará un retroceso de 0,6 puntos en el PIB.

Así que ya no preocupa el marasmo económico. O no se nota tanto. Es lo que ha sacado el Gobierno. Lo que ahora centra el interés es debatir si habrá o no ese famoso pacto de todas las formaciones parlamentarias, PP incluido.

La reunión, el jueves, del ‘tridente’ gubernamental, es decir, Salgado, Blanco y Sebastián, con los representantes de los partidos se ha llevado esta semana portadas y apertura de telediarios.

Que en el PP preocupa la situación a la que le han conducido, lo muestra el debate desatado en la ejecutiva del lunes. A Rajoy se le dijo que tienen que hacer más pedagogía, que debe explicar bien la negativa al pacto, porque, si no, la imagen de ser los únicos que no están por el acuerdo puede destrozar muchas expectativas electorales.

De ahí, por ejemplo, la salida de Esperanza Aguirre, como a la desesperada, apostando incluso por el Gobierno de concentración y la consiguiente petición de tres carteras para prohombres del PP. Lo dijo medio en broma, pero el mensaje se escuchó medio en serio.

Propuestas para el cambio

Lo cierto es que al PP le está costando lo suyo zafarse del abrazo de oso en que se ha convertido la oferta de pacto. Hay temor entre los estrategas a que resucite la vieja imagen de Rajoy como ‘Míster No’, es decir, como el político resabiado y malhumorado que siempre anda a la contra.

Y le está costando también contrarrestar las otras dos acusaciones peligrosas: que no tienen propuestas (que no cuentan con soluciones para la situación económica), y que se alegran de que las cosas empeoren (con el principio de que “cuanto peor, mejor”). Si se instalan tales sensaciones, en un momento tan delicado para millones de familias, puede pagarlo muy caro.

 

A pesar de todo, las encuestas les van bien. La última anota que la distancia respecto del PSOE es ya de siete puntos. Un dato alentador, pero todavía insuficiente. Los expertos insisten en que sólo a partir de los diez de ventaja puede empezar a ser fiable la expectativa de victoria. Mientras tanto, el oso está sin cazar y la piel no se puede vender.

Quizá para remediar carencias en cuanto a si tiene o no alternativas, el PP acaba de sacar a la calle, en edición impresa, el documento de la convención celebrada en noviembre en Barcelona. Más de doscientas páginas con todas las intervenciones. Se titula “Propuestas para el cambio”.

Los patinazos del Gobierno

Está teniendo mucha suerte el principal partido de la oposición, porque en el Gobierno siguen empeñados en hacer tonterías y en meter la pata.

Los patinazos van desde el retraso en enviar a los grupos parlamentarios el documento que iba a servir como punto de partida para la negociación del pacto económico, hasta el propio contenido de ese papel (por su vaciedad, Cristóbal Montoro lo calificó, con acierto, de “concurso de ideas”), pasando por el error de Zapatero de olvidarse de condenar la muerte de Orlando Zapata, el disidente cubano en huelga de hambre.

El remate ha sido la comparecencia del secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, y su anuncio de que se iba a recortar el sueldo de los funcionarios, desmentido inmediatamente por la vicepresidenta Salgado. Granados tendría que ser cesado, si metió la pata, o dimitir si se trataba de una medida acordada a la que ahora se da marcha atrás. Queda claro que, en este Gobierno, ser secretario de Estado se ha convertido en profesión de alto riesgo.

Pocas veces se ha visto por estos pagos un equipo gubernamental tan a la deriva. Parece que la postergación de la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, va pasando una elevada factura al Gobierno. Algunos recuerdan que en el último pleno del Congreso, Zapatero y ella ni se hablaron ni se miraron.

Garzón, a la tercera

Mientras tanto, El País ha continuado su cerrada campaña en defensa de Baltasar Garzón, y la intensa presión sobre los jueces del Supremo y sobre el Consejo del Poder Judicial. Pero el magistrado tiene las de perder. Dicen que no le llega la camisa al cuerpo y que la admisión de la tercera querella resulta ya premonitorio.

Se cuenta que desde el Ejecutivo le ofrecieron irse a otro cargo, dejar la Audiencia Nacional, pero él se ha declarado poco menos que Numancia y no está dispuesto. Así que todo indica que lo removerán, por uno de los tres sumarios.

Ofensiva también en el Senado contra María Dolores de Cospedal, que se distrajo y no se preparó para la arremetida de Carme Chacón. La número dos del PP debe estar alerta para el resto de la legislatura.

Y una extraña foto, que posiblemente un día pagará cara: la imagen del ministro de Justicia, Francisco Caamaño, rodeado de todas las senadoras socialistas, riendo y festejando la aprobación de la nueva ley de aborto, tramitada sin cambios en el Senado y por tanto lista para ser publicada en el BOE y aplicada.

Don Juan Carlos firmará la ley, sin ninguna duda, a pesar de las campañas desde la derecha reclamándole que no lo haga. Y no habrá excomunión, por supuesto.

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