Una combinación diabólica

Porque la coincidencia del secuestro de tres cooperantes españoles en Mauritania, por un lado, con la petición de Obama de enviar más tropas a la ratonera de Afganistán (todo indica que dirá que sí), por otra, constituyen una combinación diabólica. La peor posible, para ZP y su Gobierno. Puedo certificar que el equipo más inmediato al presidente, los hombres de su máxima confianza, personal y no sólo por el cargo, se pusieron de los nervios cuando conocieron la captura de los tres cooperantes de la ONG Barcelona en Acción. Pero más aún desde que emergió el temible nombre de Al Qaeda como autores.

¿Qué es lo que teme el Gobierno? Como mínimo, un “Alakrana bis”. La repetición del marasmo que sufrió con el atunero vasco. Su incapacidad para gestionar la crisis, las descoordinaciones y enfrentamientos entre ministerios, la polémica por el papel de los militares, pero sobre todo el terremoto mediático a partir de que las familias se echaran a la calle al grito de “hay que armar ruido para salvar a nuestros padres y maridos”. Todo eso le provocó un enorme desgaste político.

Se supone que el Ejecutivo ha aprendido algo. Aunque sea de nuevo la vicepresidenta De la Vega la que haya asumido el mando máximo, después de haber fallado en la operación primera. Lo que sí ha hecho Zapatero es informar inmediatamente a Mariano Rajoy, con lo que se ha evitado tener al PP moviendo el cocotero parlamentario y opinativo. Y, a continuación, ha reclamado silencio a los medios, una discreción que por el momento están guardando.

Decía que “como mínimo” teme un “Alakrana bis”. ¿Por qué como mínimo? Porque esta coyuntura es mucho peor. Los piratas somalíes sólo buscaban dinero. Y los fondos reservados han regado con profusión para resolver el secuestro. Lo peligroso es que estos secuestradores, miembros de Al Qaeda del Magreb, actúan sobre todo por objetivos “políticos”. Y ahí el atolladero puede ser monumental.

¿Qué pasa, por ejemplo, si lo que reclaman los secuestradores es la puesta en libertad de sus detenidos en Mauritania? ¿Y si lo que exigen es que España suelte a presos islamistas encerrados en nuestras cárceles? Pero, más aún, ¿y si lo que plantean es que saquemos nuestras tropas de Afganistán, precisamente ahora que vamos enviar más efectivos? Lo dicho, una combinación diabólica. Que, por si fuera poco, va a durar tres o cuatro meses, según cálculos de los expertos.

La disyuntiva no coge a Zapatero en su mejor momento. La esperada presentación en sociedad de la vaporosa Ley de Economía Sostenible provocó que el resto de los grupos parlamentarios protagonizaran un verdadero pim-pam-pum contra el Gobierno y su presidente. De forma que tan ambiciosa ley ha echado a andar manca y cojitranca. Sin olvidar detalles peregrinos como el objetivo de regular la temperatura de los establecimientos públicos, limitándola a 21 grados en invierno y 26 en verano. ¿A quién se le ocurrió tan peregrina idea, pero sobre todo quién dio visto bueno para meterlo en una legislación de ese estilo? ¿Va a haber inspectores que, termómetro en la mano, visiten bares y cafeterías, para luego poner multas? Increíble.

Pero es que, por si fuera poco, Zapatero se ha metido estos días en charcos que le están provocando agudos dolores de cabeza, y que le han obligado a vestirse de bombero para echar agua al fuego. Uno, la moción presentada en el Congreso pidiendo la retirada de los crucifijos de los colegios. El otro, la implantación de la censura en Internet, con la posibilidad de clausurar páginas que descarguen películas y música sin mediar el parecer de los jueces. Lo que ha provocado toda una rebelión digital en la que hasta los “chicos de la ceja” se le han puesto enfrente.

Y, entonces, el presidente del Gobierno en persona, armado de casco, hacha y manguera, ha tenido que saltar al ruedo, tal que nuevo bombero-torero, a lidiar esos morlacos, a los que ha querido despachar diciendo: que lo de los crucifijos, que desde luego afecta sólo a colegios públicos, ya se verá, y que se deja para la Ley de Libertad Religiosa; y que, de la clausura de páginas en la Red, nada de nada. Dejando así para el tinte a la ministra González Sinde.

Le aprieta a Zapatero una última china en el zapato, ésta altamente delicada. La huelga de hambre de la activista saharaui Aminatu Haidar ha puesto en riesgo las relaciones con el vecino marroquí. Y es sabido que, cuando Marruecos se pone bravo, una solución es plantar cara, al estilo Aznar en la “batalla” de Perejil; y la otra, tragar y poner la mejilla. No parece que, a estas alturas, el actual inquilino de la Moncloa vaya a imitar, en absoluto, a su predecesor. Con la dificultad añadida de que “los chicos de la ceja” (de nuevo ellos) son muy pro-saharauis, como han demostrado los Bardem, Almodóvar, Saramago…

 

Demasiadas combinaciones diabólicas para Zapatero.

Comentarios