Bibiana no abortará

Que se paren los relojes de la historia. Que no se mueva nadie. Que enrollen las pancartas los ‘carcas’ que defienden la vida. Que las campanas no doblen a muerto y que se nos paren los pulsos. Lo ha dicho una mujer que además es ministra –‘papá que me han hecho ministra’- de ‘igual da’: ‘Si hoy me quedara embarazada seguiría y no abortaría’. Ahí queda eso. Genio y figura.

Lo que no ha dicho Bibiana Aído es si lo ha consultado previamente con Trinidad Jiménez, si ha recabado el preceptivo permiso de Leire Pajín y si lo ha comunicado, por el conducto reglamentario, a las clínicas del negocio del aborto libre, un aborto libre que la ministra, Leire Pajín, las clínicas, Trinidad Jiménez y Rodríguez Zapatero nos han servido a la carta.

Suena a sarcasmo. La ministra se podía haber ahorrado la información. Nada personal suyo interesa lo más mínimo a los españoles y lo que interesa de ella lo sabemos y de sobra.

Lo que interesa de un miembro del Gobierno es su gestión, su trayectoria política, sus logros y sus afanes legislativos para mejorar la situación en el área de su departamento. Si hoy se va a quedar o no se va a quedar embarazada y si el ‘día después’ va a abortar o no va a abortar es algo que a los españoles nos trae al pairo.

Otra cosa es que la ministra, tras el anuncio de la ley del aborto y tras la ‘liberalización’ de la píldora postcoital, quiera lavar su imagen frente a grupos que están viendo esa imagen demasiado sucia, y lo haga contando sus interioridades para decirnos que ella –en su privacidad más privada- hoy, al menos hoy, no abortaría.

Nada cambia su gestión en contra de la vida de los no nacidos. Nada cambia la barbaridad de que mujeres con 16 años puedan abortar sin que sus padres se enteren. Nada cambia en la llamativa falta de información sobre las características médicas de la píldora postcoital. Nada cambia sobre la falacia de que ‘eso’ son derechos de la mujer.

Bibiana Aido puede abortar o puede no abortar. Allá ella y su conciencia, pero la ministra de Igualdad debería dejar de engañar a los ciudadanos y en –este caso sí- ciudadanas.

 
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