Cortar por lo sano

No era tan fácil como pensaba el ministro Blanco. No todo es coger las tijeras y empezar a dar cortes a diestro y siniestro. Reducir el déficit es algo más. Supone otro tipo de medidas y sobre todo se trata de reducir en dónde hay que reducir, suprimir lo que hay que suprimir y, lo que es más importante, mantener lo que hay que mantener.

Tras el derroche absurdo del ‘Plan E’, en el que el dinero se gastaba sin ton ni son, no es cómodo el frenazo sobre todo si ese frenazo vuelve a hacerse, una vez más, sin criterio y ‘porque sí’.

Han pasado los tiempos de lo `castigos` a los gobiernos autonómicos o a los ayuntamientos del Partido Popular. Ahora todos se van a ver afectados y el que más y el que menos piensa en sus votantes que están al caer.

Altos cargos de Fomento están literalmente ‘rodeados’ de peticiones o, mejor dicho, de protestones que quieren terminar un polideportivo ‘al que le queda poco’, una carretera que comunica mejor con la capital e incluso se han comenzado apresuradamente proyectos con la idea de ‘llegar a tiempo’ y de que no ‘nos lo paren’.

Es innegable que el recorte era y sigue siendo necesario pero no se está haciendo bien y las protestas van a proliferar.

Aunque José Blanco tiene la sartén por el mango del BOE –o precisamente por eso- debe de hacer el recorte de la obra pública de forma más sosegada, más racional y sobre todo menos de cara a la galería.

Recortar de manera indiscriminada no sólo no conduce a nada sino que va a llevar a un caos administrativo imparable y, sobre todo, va a perjudicar enormemente la creación de puestos de trabajo y va a paralizar los pocos brotes verdes que se estaban empezando a ver.

No se trata de crear empleo de forma artificial como se hizo con el ‘Plan E’. Si hay que recortar se recorta pero hacerlo sin un mínimo estudio de lo que debe seguir en marcha y lo que debe pararse es un error estratégico desde el punto de vista político y un fallo garrafal en los planteamientos económicos.

 
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