Tomas de posesión, cambios de carteras, discursos indicativos y secretitos de Rubalcaba, además del “parto” del juez del Olmo

Además en los discursos hubo materia suficiente como para saber de qué van a ir cada uno en sus respectivos ministerios y, tal como están las cosas, bueno es que vayamos sabiendo de qué pie cojea cada uno y cada una, no sea que nos pillen a los ciudadanos con el paso cambiado.   Por lo pronto la Ministra de Educación nos ha dicho que ella es poco respetuosa con las tradiciones –eso ya lo vimos en sus andares por la Zarzuela- pero, si los protocolos no le gustan, si que nos ha dicho que se va a dedicar a lo del dopaje en el deporte, a la universidad y ¡cómo no! que está encantada con la Ley Orgánica de la Educación. Aviso a navegantes: la ha calificado de excelente. ¿Es que alguien había pensado otra cosa?   Alonso no podía consentir –junto a los militares- que Bono fuera más patriota que él y vaya si no lo consintió. Y, dentro de lo sosito que es, hasta tuvo momentos de ligero enardecimiento castrense. Van a dejar la palabra “España” para el arrastre de tanto manosearla. Como nos descuidemos entre la defensa de la integridad y de la independencia de la patria, la bandera, los vivas y los saludos, en una de estas reponen Raza en La Primera de TVE.   Y Rubalcaba, fiel a su imagen y los servicios secretos, nos viene con “secretitos de monja” al oído y nos dice que el Presidente del Gobierno y la Vicepresidenta saben lo que hay detrás de su nombramiento como Ministro de Interior y que a lo mejor algún día lo escriben. Y uno no sabe si es una gracieta o una amenaza. Con tal de que el secreto de la crisis no nos lo cuente –en su día- Otegi, todo vale. Y dijo el Ministro del Interior que la Ley y el Estado de Derecho es lo único que va a guiar sus pasos. Además, firmeza, eficacia y memoria.   No han dado mucho de sí los discursos pero se saca la impresión de que alguien quiere vendernos la burra. Decirnos lo que queremos oír y hacer los que les parezca mejor, porque tras los discursos del Ministro del Interior sobre el respeto a la Ley y la actuación de las Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, nos enteramos de que a la Guardia Civil del País Vasco –al menos en Guipúzcoa- le han dicho que de controles nada, que de identificaciones menos y que, si es estrictamente necesario, sin molestar mucho.   Y eso parece que va a ser la tónica de actuación de alguno de los nuevos ministros. Vendernos la burra vieja con el “rataplán” de los medios afines y por debajo hacer de nuestra capa un sayo. Habrá que estar atentos al dato.   Parió el juez del Olmo. Un auto de mil y pico folios, que daba gloria verlo en sus cajas de cartón a la puerta de la Audiencia Nacional. Mil y pico folios son muchos folios y los españolitos no tendrán mucho tiempo –menos ahora- en esos embotellamientos del Director General de Tráfico, en los que pasamos la Semana Santa, pero ya se ha apresurado Blanco – él sí que ha tenido tiempo de leerse los mil y pico folios en un plis plas- a decirnos que todo bien, que todo en orden que la investigación del 11-M ha sido de p... madre y que por su parte ya no hay más que decir y que a otra cosa mariposa.   Pues habrá que creerle porque si no vaya lío. Porque por no haber, no hay ni autopsias y entre los que se suicidaron o les suicidaron y los que pasaban por allí y la fiscal que sabe de buena tinta que ETA no tuvo nada que ver y los 32.000 años para Trashorras, y las mochilas y las pruebas de quita y pon .. pues ya está.   Pero el mismo juez ha dicho que hay que seguir investigando y que hay un juicio por medio y más pruebas. O sea lo que es un proceso pero Blanco se ha apresurado a decir aquello que seguro ha visto en alguna película de juicios: “Visto para sentencia”. Y se ha precipitado un pelín, porque aún nos quedarán muchas cosas por ver   La semana acaba como empezó, con los embotellamientos de Pere Navarro. Este Director General de Tráfico es –se decía antes- como el cobrador del Ocaso,  o sea ese de los muertos que iba por las casas anunciando desgracias y preguntando qué ibas a hacer si te morías allí, tal cual. Este hombre es una mixtura de gafe y de cenizo, que son cosas perecidas pero de matiz distinto. Se ha empeñado en aguarnos las fiestas y ya hasta nos pregunta si en nuestros planes vacacionales está el de quedarnos fritos en la cuneta. ¡Qué tío!. Le llevas a la Feria de Sevilla y funde las bombillas.   El problema de la carretera es uno de los más serios que tenemos en España. Se trata de una verdadera tragedia que un día sí y otro también destroza vidas y familias enteras y no es para tomarlo a broma ni para solucionarlo acongojando al personal.   Los rádares sirven para multar y para que a usted le hagan un reportaje de su viaje por carretera a velocidades prohibidas. Pero nada más. Podría el señor Navarro dedicarse en vez de a espiar tras un árbol, inmovilizar coches en el acto, poner a buen recaudo, en el mismo momento, a los infractores, decir que se señalice bien ciertos tramos etc. etc. Pero dejar que llegue usted de La Coruña a Cádiz a 250 kilómetros por hora, simplemente haciéndole fotografías, no sirve para nada y mucho menos preguntar -a quien es capaz de conducir a esas velocidades- si entre sus planes está el matarse.   Tras la Semana Santa y la crisis de Gobierno es como si empezase un nuevo período en la vida política española. Antes del verano –y queda poco tiempo- habrá que despejar muchas y muy graves incógnitas. Todos van a tener que dar la talla y saber muy bien dónde está cada uno. También la oposición.

 
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