A pesar de que ZP usa el bisturí con suma prudencia, en la política española o escandalizas o te escandalizan.

Aunque en la vida política española los inocentes no abundan -los tontos sí- la gente se escandaliza mucho. En cuanto pasa algo o alguien dice algo siempre hay quien se escandaliza.

Y es que motivos hay.

Si a Esperanza Aguirre le parece un escándalo el dinero que el Gobierno está dando a los bancos, hay que imaginar lo escandalizado que estará el españolito medio a quien según la presidenta de Madrid, le va a costar la broma 6.000 euros.

Y es que tras el poco éxito de la primera subasta –no se sabe muy bien el por qué del nombrecito- la segunda ha encantado a Solbes, que ha balbuceado que la cosa esa de los bancos va bien. Y si a Solbes le parece que algo en economía va bien hay que ponerse a temblar.

Nos escandaliza Rodríguez Zapatero afirmando sin que se le enarquen las cejas que, como se equivocaron los que no pronosticaban la crisis, igual ahora se equivocan los que dicen que va para largo y a lo mejor se arregla antes. Escándalo.

Y escándalo el que le montó al propio presidente del Gobierno el presidente de la Asociación de Garajes de Madrid, cuando se permitió preguntarle qué iba a pasar con las empresas que ya se habían ido al garete. Un mal trago del que el presidente se consuela en Europa, una Europa en la que, arrumacos aparte, sigue mandando Merkel, que parece que es la única que tiene las ideas claras, ella o el socialdemocráta –de los de verdad, no como Blanco- que tiene al frente de la cosa económica en su gobierno.

Porque a Rodríguez Zapatero además de ‘írsele la olla’ en cuestiones económicas se le va en cuestiones políticas. Si las metáforas salen de ‘labienpagá’ o sea, del equipo de asesores de La Moncloa, el presidente se lo tendría que hacer visitar por un doctor –que diría Montilla- porque lo del bisturí, las células cancerígenas, el corazón, la pluralidad y todo lo que el equipo quirúrgico de Presidencia del Gobierno ha parido para explicar que no va a cargarse los ayuntamientos de ANV es de escándalo.

Y además, la metáfora clínica es más escandalosa aún cuando viene seguida de la sentencia –un escándalo más- de los jueces andaluces que obligan a las enfermeras a ir de falda, cofia y delantal. Y eso que Bibiana es andaluza.

Escándalo en los jueces y fiscales que se escandalizan de que una madre dé una bofetada a su hijo y además en el domicilio familiar, lo que es un agravante. Como dice mi admirado Carlos Herrera lo lógico es que la bofetada se la hubiera dado en un ‘puticlub’ que es donde las madres se reúnen con sus hijos.

 

Hay escándalos farisaicos. Blanco es un ejemplo de ellos cuando se escandaliza de las cosas del PP, y hasta hay escándalos fingidos como por ejemplo los de los ecologistas y antitaurinos. Pero hay escándalos verdaderos y más que justificados.

Es escandaloso que Manuel Fraga quiera ver colgados a los nacionalistas, aunque solo sea para ponderarlos. Y es doble el escándalo por cuanto Fraga no decía eso en la Plaza del Obradoiro no hace demasiados años.

Es escandaloso lo que ha hecho el Gobierno al colarnos de matute una serie de leyes que atacan directamente a la religión católica que, con sus defectos y virtudes, es la mayoritaria, de lejos, entre los españoles.

Es escandaloso que Carod Rovira se lamente de no haber podido llevar a feliz término una de sus más grandes tonterías, una olimpiada para ‘naciones sin estado’.

Es escandaloso que los bancos sigan dando ganancias mientras despiden a empleados, reducen sucursales y aceptan las dádivas del Gobierno.

Es escandaloso que una de las grandes preocupaciones de los diputados sea el aparcamiento de la Carrera de San Jerónimo.

Es escandalosa la campaña del condón del ministro Bernat Soria.

Pero el escándalo no deja de ser algo subjetivo. Y lo malo es que lo que escandaliza a unos parece bien a otros y viceversa. Lo peor de todo esto es que los españoles de a pie, esos que según Esperanza Aguirre tienen que pagar un millón de las antiguas pesetas por barba para que los bancos puedan seguir ganando dinero, ya no saben de qué escandalizarse.

Y como diría Blanco no saben lo que se pierden.

Comentarios