Para ahorro energético…Calviño

Que alguien, pretendidamente serio, saliera a anunciar a sus conciudadanos un decreto con unas imposiciones a todas luces risibles, dictatoriales y que atentaban contra las libertades más elementales y terminara recomendando que se dejara de usar corbata, para ocurrencia fue corta y para chiste malo.

Mientras se van buscando soluciones que, como de costumbre, no se encuentran, Sánchez ya jorobó por adelantado a los españoles, con decretos y supuestas prohibiciones de temperaturas y encendidos que, como de costumbre, se quedaron en nada y luego, si eso, ya iremos viendo.

Cuando los políticos, también los linces de Bruselas, hablan de ahorrar energía, a cualquiera que se pare a pensar se le ocurren tres interrogantes:

          Ahorro por qué.

          Ahorro cómo.

          Ahorro para qué.

El por qué parece bastante claro. El que manda y sigue teniendo la llave es Putin, que para eso lleva desde el pasado siglo, la izquierda comunista europea -vaya usted a saber si por orden y estrategia de Putin- estigmatizando el carbón y las nucleares. Y ahora que Putin, gracias a esos comunistoides, tiene la sartén por el mango -y el mango también- parece que evitar los despilfarros se ve como algo obligado.

El cómo ya es harina de otro costal y Sánchez, con sus majaderías en forma de decretos, se volvió a llevar la palma y se colocó, en eso de los desvaríos de cómo hacer los ahorros, a la cabeza de Europa.

Que alguien supuestamente serio saliera a anunciar a sus conciudadanos un decreto con unas imposiciones a todas luces risibles, dictatoriales y que atentaban contra las libertades más elementales y terminara recomendando que se dejara de usar corbata, para ocurrencia fue corta y para chiste malo. 

 

Lo del apagón de los escaparates fue más serio porque atentaba contra los intereses de los empresarios y sus negocios y las temperaturas indicadas tanto para el aire acondicionado como para la calefacción, eran tan descabelladas y su aplicación tan absurdamente indiscriminada, que resultaba inviable y por eso nadie las ha tenido en cuenta. La prueba están siendo las nevadas y los fríos perfectamente previsibles en invierno.

Y el para qué, que es quizás el gran interrogante de toda esta farsa de los que hacen que gobiernan porque se supone que se ahorra para “tirar” de esos ahorros cuando vengan mal dadas, pero no existe ninguna garantía de que gracias a lo ahorrado no vaya a haber restricciones ni problemas de suministros y mucho menos que se puedan controlar los precios. ¿Alguien puede afirmar que gracias al ahorro de ahora no será necesario tomar medidas de racionamiento?

Y suben los carburantes y como suben los carburantes suben los alimentos y los transportes y los servicios de toda índole y no se ve por ningún lado el beneficio del ahorro.

Queda el recurso de seguir a Calviño en sus compras de ama de casa (con perdón de Montero la de turismo en Nueva York). Calviño da ejemplo de lo bueno que es ahorrar y gasta sus energías en ir de súper en súper y de tienda en tienda, comparando precios y buscando frutas de temporada, aunque muchos quieren ver en ese deambular por plazas y mercados, las razones de que la economía española vaya como va y es que, por muy empoderada que se esté, no hay tiempo para todo.

La carcajada: Dice López (el que preguntó a Sánchez si sabía lo que era una nación): “Los socialistas no habremos hecho todo bien, pero todo lo bien hecho lleva nuestra firma”

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