Por la boca… La Constitución lo tiene crudo

Y pasó el día 6 de diciembre, el día de la Constitución, que se ha quedado –reforma sí reforma no- en un puente que consigue colapsar las carreteras y el centro de las grandes ciudades. Un puente que se toman hasta los que tendrían que estar en la fiesta del Día de la Constitución y no pueden ir porque están de puente con motivo del aniversario de la Constitución. Una risa.

Una vez más nuestra clase política está ‘dando la talla’. Si alguien ha escuchado a algún responsable político decir qué es lo que quiere hacer con la Constitución, es un auténtico privilegiado.

Unos hablan de la necesidad de reformarla y presentan esa reforma como la panacea que resolverá  todos los males políticos que nos aquejan. Pedro Sánchez se afana en ello y hasta presenta la posibilidad de una comisión o subcomisión para que empiece a trabajar, pero no dice, ni por equivocación, por dónde pueden  ir esas reformas tan vitales. O sea vamos a abrir al enfermo y, una vez que le tengamos con las tripas al aire, decidimos de qué hay que operarle.

Otros, para disolver y acabar con el sistema se agarran a la Constitución y deciden que la reforma tiene que ser por derribo, pero nadie habrá escuchado en boca de Pablo Iglesias, qué vendrá después de que se marche el último camión de los escombros.  O sea para acabar con las ratas políticas de la casta, ahora, lo que ‘podemos’ hacer es quemar el edificio con todos dentro.

Y algunos –los del sí o no y del pero y el también- dicen que hay que hablar, pero exige Rajoy que  antes digan los otros lo que quieren. O sea que no hacemos nada porque los otros, está claro, que no saben lo que quieren.

Entre todos la mataron y ella sola se murió. Entre los que quieren reformar y no saben qué. Los que para reformar y regenerar, destruyen y los que se sientan a esperar, la Constitución lo tiene crudo.

Lo dicho, una vez más los unos y los otros están dando  la talla que tienen.  Ninguno de ellos jugaría al baloncesto –se entiende políticamente hablando- y, como todos tienen tras la oreja el fantasma electoral, pues o miran para otro lado, o empiezan a calentar los motores de las máquinas de demoler  o, antes de proponer nada, marcan el teléfono de la sede del Partido de los Socialistas Catalanes.

Mira que si a alguien se le ocurriera que, de momento, lo que hay que hacer con la Constitución es cumplirla.

 
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