Por la boca… Euforia y brotes verdes

Sorprende la campaña que el Gobierno y el Partido Popular están haciendo sobre la bonanza de nuestra economía y sobre el final de la crisis. Sorprende por arriesgada y porque no se dirige a quienes deberían ser sus destinatarios naturales –a saber– los grandes empresarios, la banca, los inversores más potentes y, por supuesto, los países extranjeros que nos miran con lupa.

Se ha dado con la frase y es de uso común: ‘hablamos de la macroeconomía, a la micro, la bonanza tardará en llegar’. En castellano puro quiere decir que los ciudadanos vamos a tardar en enterarnos –si es que nos enteramos- de las bondades que en economía están ocurriendo.

Por eso extraña que nos hagan llegar un día sí y otro también, noticias optimistas en materia de crisis. Aquí el único optimismo que debe llegar al ciudadano de a pie es el de encontrar  un  trabajo estable y dignamente remunerado, el de pagar menos impuestos, el de estar menos ahogado por las deudas y, en definitiva, poder llegar él y su familia a final de mes. El resto son fuegos de artificio a los que solamente llegan los ‘macro’.

Ya pueden decir maravillas el presidente del Gobierno, el ministro de Hacienda o el presidente de un banco. La realidad es que el paro sigue en cifras astronómicas, que los sueldos no llegan y que los tributos ahogan a ciudadanos y pequeños empresarios, autónomos o no.

Si a eso le añadimos que el adelgazamiento de la administración es el cuento de nunca acabar y que la corrupción de los políticos –de los que sea- campa a sus anchas, el panorama ni es tan halagüeño ni tan optimista como nos lo quieren hacer ver.

La macroeconomía siempre estará al servicio del último de la fila que es el ciudadano. Lo de las grandes cifras a la gente de la calle no le sirve de nada y en España la economía doméstica o las pequeñas cifras de cada mes, con las subidas de servicios esenciales, no están para que nadie nos venga con optimismos y campañas de recuperación, a fecha fija.

Por todo ello lo de que el ciudadano normal tardará en notarlo, no vale. Para eso mejor que se callen y, en todo caso, lo hablen entre ellos.

 
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