Por la boca… Lo que va de CIU al Gobierno de Cataluña.

Son muchos los que han visto cierto 'descafeinamiento' en el discurso del rey en relación al asunto catalán y a la trayectoria de Artur Mas. No es que el discurso haya templado gaitas (en este caso tenoras), es que ni siquiera había gaitas (en este caso tenoras).

Desde un punto de vista estrictamente jurídico el asunto de Cataluña y la postura adoptada por Artur Mas tiene dos vertientes que, aun siendo coincidentes en su finalidad, no tienen nada que ver en su desarrollo.

Convergencia y Unió es un partido político que está en su perfecto derecho de asumir las ideas que le parezcan oportunas, defenderlas y exponerlas libremente a los cuatro vientos. En consecuencia esa formación política puede con toda coherencia anunciar, exponer y defender su idea de una Cataluña libre, separada de España e integrada en Europa.

Otra cosa será, llegado el momento, que la puesta en marcha de ese proyecto sea inviable y que necesite un apoyo legislativo tanto en España como en Europa que, por el momento, no existe.

En la otra vertiente se sitúa el Gobierno de la Generalitat de Cataluña y eso ya es harina de otro costal. Un ejecutivo de una autonomía española no puede impunemente saltarse las leyes a la torera, un día sí y otro también; hacer caso omiso del ordenamiento del estado al que pertenece; y su máximo responsable no puede obviar que es, en esa autonomía, el representante legítimo del Estado.

En consecuencia, lo que para una formación política es perfectamente factible y forma parte de los derechos de cualquier agrupación que se dedique a la cosa pública, quiebra radicalmente cuando se trata del poder ejecutivo de una autonomía que lo es de pleno derecho y, con todas sus consecuencias, del Estado español.

Ante esa clara diferencia, parece que el tratamiento que los poderes de ese Estado den a cada una de esas situaciones ha de ser diverso. Mientras a Convergencia y Unió no hay nada que decirle ni reprocharle ni mucho menos nada de qué acusarle, al gobierno de Artur Mas sí habría que pararle los pies con la legislación en la mano. Ese Gobierno no puede actuar con absoluta impunidad, precisamente porque es Gobierno, y forma parte, lo quieran o no sus componentes, de la estructura política y administrativa del Estado español.

Ahí está la diferencia que deberían apreciar, para actuar en consecuencia, del Rey abajo, todos.

 
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