Rajoy diésel, Rubalcaba socarrado

            El debate en el Congreso de los Diputados sobre el Estado de la Nación ha servido para comprobar que Mariano Rajoy es un “diésel” de la política, un gallego que tiene calculados los movimientos en el largo recorrido – una legislatura lo permite- y un Rubalcaba que está hace tiempo “socarrado”, pidiendo a gritos otro líder del PSOE. 

Rubalcaba  está deslegimitado a la hora de criticar recortes cuando todos conservamos en la memoria los recortes que Zapatero – con Rubalcaba en el Gobierno- se vio obligado por Bruselas a aplicar en el famoso mayo de 2010, tras haber negado la crisis económica en España y prometer recursos económicos que no teníamos, como es el caso de la Ley de Dependencia.

            No soy partidario de calificar en un debate de este tipo a vencedores o vencidos, por mucho que se insista en considerarlo como un intercambio de golpes, recursos dialécticos – que ambos líderes tienen por su larga experiencia parlamentaria- o rapidez de reflejos. Más allá de políticos y periodistas, los ciudadanos “pasan” mucho de este tipo de debates, también por su larga duración, y lo que valoran son medidas concretas que sirvan para mejorar la marcha del país.

            Rajoy se centró en la mejoría económica, como era de prever. Tuvo el acierto de anunciar dos medidas – la supresión del IRPF para quienes ingresen menos de 12.000 euros y la cotización de 100 euros a las empresas que hagan contratos indefinidos- que sí responden a lo que los ciudadanos esperan.

            Rajoy sabe que, hasta que el empleo no mejore sensiblemente, toda mejora económica es insuficiente, y de hecho es un drama que tengamos un 26% de paro. No sirve del todo el argumento de que lo primero es crecer económicamente – que hasta Bruselas ha anunciado, el mismo día del debate, que será el doble de lo que preveía para España-, pues hay medidas sobre el paro que se deberían acometer simultáneamente, con similar coste para el Estado que en la actualidad o incluso menor.

            30.000 millones de euros cuestan  en estos momentos los diferentes subsidios de desempleo. Muchos españoles han agotado ya todos los subsidios. En ese drama diario, está claro que el desempleo de los jóvenes y de los mayores de 45 años requieren más medidas por parte del Gobierno, de las administraciones públicas en su conjunto y, sobre todo, del entramado empresarial privado.

            Asistimos a una marcha considerable de jóvenes al extranjero buscando oportunidades laborales. Este sector de la población requiere un mayor esfuerzo, pues se han preparado con un nivel académico bastante cualificado y no se les puede cerrar el panorama laboral como hasta ahora.

 Hijos de amigos y vecinos que se han ido a Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Francia o países árabes son – deben ser- objeto de unas medidas que faciliten su regreso a España, sin escudarnos en que es la economía global, porque muchas veces salen “ a probar”, perfeccionar un idioma, y acaban trabajando en condiciones que pueden encontrar en España, y por están deseando volver a España.  

El otro agujero laboral es el de los mayores de 45 años. Tienen cargas familiares y, en muchos casos, son los abuelos los que están sacando adelante a hijos y nietos. No es justo que personas que han trabajado tantos años se vean abocadas a sentirse inútiles, y para evitarlo yo creo que hay fórmulas.

 

Una de las fórmulas es cambiar el subsidio de mayores de 55 años, facilitando a quien contrate a una de esas personas una cantidad  por parte del Estado – por ejemplo, 300 euros mensuales-, y que las empresas puedan hacer un contrato parcial de modo que les cueste al mes una cantidad  en torno a los 200 euros, aplicando mayores bonificaciones o exenciones a la hora de cotizar por esas personas. ¿Es imposible o complicado? Yo creo que no: se aprovecharían esos recursos humanos, costaría menos que ahora al Estado y las empresas se beneficiarían, logrando en esas personas una mejora económica y una sensación de que son útiles de verdad a la sociedad.

No basta con que Rajoy nos diga que ya no caminamos hacia el abismo. Hay que lograr con decisión más empleos, con imaginación y un sentido real de justicia, a veces moderando o reduciendo salarios. Tal vez es que todos llevamos dentro un presidente del Gobierno, además de un entrenador de fútbol, pero no se puede decir que estamos bien con un 26% de paro, y una economía sumergida que – lógicamente- aumenta.

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