Elecciones anticipadas en Cataluña

He apostado pincho de tortilla y caña con la dependienta del bar gallego de la esquina. “Habrá elecciones anticipadas en Cataluña, Sonia” —le he dicho-. “De eso nada, monada”, me ha respondido, totalmente convencida. Sonia es muy conocida en el barrio y tiene mucho predicamento. Así que debo confesar que no las tengo todas conmigo. Pero a mí me parece que en La Moncloa lo ven claro. No es tanto cuestión de principios como de poltrona. El Centro de Investigaciones Sociológicas sentó cátedra, en fecha reciente, y los datos fueron incontestables: el que juega con la unidad de España se la carga. Caput. Al hoyo. Por eso le decía yo ayer a Sonia que no, que Rodríguez Zapatero no se la va a jugar: si los del Tripartito (el PSC y Maragall a la cabeza) no tragan con la propuesta de Pedro Solbes (impresionante valido se ha buscado el Presidente), el jefe del Ejecutivo cerrará el chiringuito y convocará elecciones anticipadas en CAT. Las cartas ya están sobre la mesa, y el que pueda entender que entienda. A sus amigos catalanes les ha dejado bien clarito que el IVA y el impuesto de sociedades ni se tocan; sobre el IRPF y los gravámenes especiales, se puede estudiar un acuerdo. Todo en la línea apuntada hace unos días por ECD. —¿Y cuando se cabreen los del pacto del Tinell?, me espetó mi camarera preferida. —Pues un poco de ajo y agua, les va a decir Zapatero, sostengo yo, sin convencerla del todo. Sin embargo, uno piensa que así van a suceder las cosas. Ni Pascual Maragall, ni Josep Lluis Carod Rovira, ni Joan Saura van a aceptar este envite, pues también a ellos les va la poltrona en la jugada. Rodríguez Zapatero lo sabe, y ha iniciado acercamientos a Convergencia i Unió para “el día después”. Uno imagina un pacto con Artur Mas, que ya ha mostrado su disposición a convertirse en un chico bueno y ha dejado clara su voluntad de alcanzar nuevos entendimientos con el Gobierno. La dependienta de mi bareto preferido no traga. Sigue, erre que erre, tras su barricada: “Que a mí no me la dan, que Zapatero es capaz de dejarnos a todos con dos palmos de narices y darles a los independentistas lo que piden. Vaya talantazo será ése”. En la misma dirección van algunas voces, próximas al Ejecutivo, que están transmitiendo el siguiente mensaje: se logrará un acuerdo estatutario “a cinco” (Gobierno central, tripartito y CiU); eso sí, se escenificará un tira y afloja a “cara de perro”, con batalla campal y todo. Pero, finalmente, las aguas volverán a su cauce, todos tan amigos y el PP tan aislado y solo en su inmovilismo. Al margen de mis aventuradas apuestas, lo único cierto en estos momentos es que la Carrera de San Jerónimo y el mismísimo Ministerio del Interior son en estos días un auténtico bullir de reuniones discretas, secretas y medio pensionistas. Con excepción del PP, los partidos catalanes negocian, exponen, rebaten y amagan. Habrá que ver quién se lleva finalmente el gato al agua: si la amable camarera de mi barrio o el que esto suscribe. Se admiten apuestas, por supuesto.

 
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