¿Quién busca desacreditar a El Confidencial Digital?

Es la pregunta que nos hacemos en la redacción de ECD. Para quien le pille un poco de sorpresa, debemos contarles que El Confidencial Digital acaba de ser objeto de una burda y penosa operación para intentar desacreditar a este medio informativo, joven, modesto, pero comprometido desde hace tres años con la información, con la solvencia y, por supuesto, con nuestros lectores. Con resultados de audiencia que ahí están.


Como sabe quien nos siga con regularidad, ECD trabaja desde el principio por adelantarse a la noticia: no se limita a reproducir lo que otros han elaborado (aunque eso sea lo más cómodo y provoque menos quebraderos de cabeza), ni se reduce a intentar elementales entrevistas, políticamente correctas, ni se queda esperando la llegada de una exclusiva, en forma de dossier “teledirigido”. No.


Y lo que muestra precisamente el “montaje” de Periodista Digital publicado la semana pasada es que parece que hay personas a las que nuestro modo de trabajar les incomoda, actores de la vida española que desean extender un manto de “omertá” (que dicen en Italia, refiriéndose al cómplice silencio que maniata a los extorsionados) sobre sus actuaciones para así poder campar a sus anchas.


Por eso se busca nuestro desprestigio. Por eso hay quien quiere silenciar la voz de este medio. Por eso, Periodista Digital publicó hace dos semanas una entrevista con el director de El Confidencial Digital, con objeto de ponerlo en el candelero y, una semana más tarde, dar salida a un libelo, sin pies ni cabeza, sencillamente rebatible, como se demuestra en el reportaje que acompaña a este comentario.


Indudablemente, para nosotros es casi un halago, porque demuestra hasta qué punto nos toman en serio, cuando se toman tanto trabajo y nos dedican tanto esfuerzo. Es la prueba de que estamos acertando, haciendo las cosas bien, que vamos por la senda correcta. Nuestra breve trayectoria, que nadie podrá destruir por más que se empeñe, está marcada por exclusivas noticiosas en terrenos tan especializados y difíciles como la política, la economía, los medios de comunicación, la Casa Real, etc.

 


Aunque quienes nos siguen lo conocen bien, sin embargo no está de más recordar algunos de nuestros adelantos informativos. Fue El Confidencial Digital el que reveló, en exclusiva, la entrevista secreta entre Zapatero y Josu Jon Imaz; desde aquí se han contado las presiones del Gobierno sobre los informativos de TVE; en estas páginas apareció la pormenorizada descripción de las claves de un misterioso golpe de estado en Guinea; ECD fue el único medio informativo español que ofreció, día tras día, detalles de cómo y donde transcurría la luna de miel de los Príncipes de Asturias, en la isla de Koh Muk, en Beijing y la India, y en un crucero por el Mediterráneo; hemos anticipado relevos en la dirección de algunos medios, como la revista Tiempo o el diario La Razón; y hemos apuntado los primeros, las peculiaridades del estado de salud de nuestro Presidente.


Para obtener esas y otras informaciones se han seguido las reglas básicas del periodismo, contrastando todos y cada uno de los datos que nos han llegado. Indudablemente, no hemos sido ajenos a errores propios de esta profesión, alguna vez por precipitación, otras por imprudencia o falta de todo el celo que requiere este oficio. No nos ha importado reconocerlo, porque no nos consideramos infalibles. Siempre hemos pedido disculpas e intentado reparar el daño causado.


Eso sí. Todo hay que decirlo: todavía no hemos confundido un Madelman con un soldado norteamericano secuestrado en Irak (como hicieron el pasado mes de febrero la agencia Reuters y France Press, los informativos de TVE, Antena 3 y Tele 5, o los periódicos El País, ABC o La Vanguardia), ni hemos enviado una solicitud de entrevista a la Fundación Marley, para pedir un encuentro con el difunto cantante Bob Marley (como sí le sucedió hace unas semanas a la prestigiosísima cadena británica BBC).


Errores los cometemos todos. Pero nunca hemos fabulado historias. Nunca hemos suplantado la personalidad de nadie, no hemos hecho creer que somos lo que no somos para “robar” una entrevista a un procesado, y nunca hemos utilizado cámaras ocultas para obtener, con engaño, información para destrozar a una persona u organización ciudadana que nos era incómoda. Nunca. Hay personas, y medios, que cobran por realizar montajes “killer” por encargo, gente a sueldo de sus directivos de comunicación para llevar a cabo sucios trabajos por encargo e intentar destrozar al rival. Jamás entraremos a ese juego y, en cuanto podamos, lo denunciaremos.


Nosotros no cobramos a quién desee aparecer en nuestras páginas, haciendo pasar por información relevante, lo que es publicidad pura y dura de algunos medios. Tampoco excluimos de nuestro portal ni  “castigamos” a nadie por prejuicios preconcebidos. Otros hacen lo uno y lo otro, incluso acusando después al resto de falta de principios profesionales.


La pregunta es ¿quién busca desacreditar a El Confidencial Digital? Alguna pista nos ofrece el hecho de que uno de los firmantes de la ¿información? que da pie a este comentario reconociera –en conversación con ECD- que existía una “idea editorial” previa, que era la que condicionaba el contenido de lo que se iba a publicar.


No sabemos quiénes han buscado desprestigiar a El Confidencial Digital en esta maniobra… o sí. De momento, lo que nos ayuda a seguir trabajando en la senda marcada es que, si decimos la verdad o desvelamos parte de ella y, por eso, nos parten la cara, esperamos contar al menos con la benevolencia y la perspicacia de los lectores que son, en definitiva, a quienes nos debemos. Y quienes deberán emitir finalmente su veredicto.

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