Falacias carmenísticas

Me refiero a aquello de dar preferencia a las madres con niños y niñas en el colegio para encargarse de la limpieza de las instalaciones. Enseguida se dijo: ¿y los padres? Rectificó. También los padres. Lo contrario hubiese sido, ¿cómo llamarlo? Feminismo, no, que tiene buena prensa. Quizá hembrismo, por oposición a machismo.

Pero en la propuesta hay un cierto desprecio por los profesionales de la limpieza. ¿Por qué tendrían que hacerlo peor que madres y padres si, además, muchos de ellos son madres y padres?

Además, no está descartado que, por madre o padre que sea, no quepa la chapuza. Lo lógico es que limpie quien lo haga mejor, padre, madre, tío, abuela o el vecino de enfrente.

La falacia es eso: lanzar una idea simple y falsa que puede ser aceptada a primera vista. Pero que no está fundada. Espero que cuando era magistrada, Manuela Carmena fundamentara mejor las sentencias.

Da la impresión de que la alcadesa piensa en medidas que, a bote pronto, la gente diga qué bien, qué inmediata, qué cercana al pueblo... Pero al pueblo se le puede engañar de muchos modos y existe una forma sibilina de engaño: la de pensar que con propuestas facilonas se está contribuyendo a su bienestar, cuando en realidad se está despreciando su inteligencia.

La gestión de una ciudad tan compleja como es Madrid no puede depender de estas ocurrencias, ni de personalismos. Ha dicho Carmena que a ella no le gusta estar en primer plano, pero si una alcaldesa no lo está, ¿qué alcaldesa es? Además, ella no estará en primer plano pero lo ha estado Zapata, y no para bien, y lo está la portavoz, aquella despechugada de "arderéis como en el 36".

Un ayuntamiento que se precie tendría , como el nombre indica, que unir, ajuntar voluntades, no enfrentarlas con ideas y actuaciones peregrinas.

 
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