La fiesta en paz

            “Y paz en la tierra...!” Pero si hacemos una sencilla  e incompleta lista donde grupos de gente se dedican  en estos días a matar a otra gente (Siria, Iraq, Sudán del Sur, Somalia, Afganistán, Nigeria, la matanza de inocentes en Peshawar, Pakistán...), comprobamos que ese deseo queda una vez más frustrado.

            Aun así... todos o casi todos vamos a celebrar las fiestas. Celebrar fiesta es una constante humana. El hombre lo ha hecho desde el principio. Es la necesidad de interrumpir el tiempo ordinario con otro tipo de tiempo en el que se pueda imaginar que el mundo es mejor de lo que es. El tema ha sido muy estudiado; ver, por ejemplo, Josep Pieper, Una teoría de la fiesta  y Edward Muir, Fiesta y rito en la Europa moderna, Madrid, 2001, cuyas referencias se encuentran fácilmente en Internet.

            En estas Navidades, como en tantas, no dejaremos de oír la acostumbrada colección de tópicos, desde el espíritu navideño hasta el rencor antinavideño: que si las familias se pelean; que si muchos no pueden ni celebrar la Navidad...

            Es una especie de sinécdoque general, por la que el todo se juzga por una parte, la que más afecte de modo subjetivo. Sin caer en la cuenta de que el todo es inabarcable, a no ser con otro tópico: que “en el todo hay de todo”.

            Por eso, resumiendo, nada mejor que el deseo de “tengamos la fiesta en paz”. Aunque solo sea para no estropeársela a los niños, verdaderos protagonistas de estos días que aspiran a ser felices.

Rafael Gómez es profesor de Antropología Cultural.

 
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