Blancanieves Boulevard

Vértigo y belleza. Los que esconde esta historia entrañable y trepidante. Sorpresas, buena música, y un montón de escenas para el recuerdo. Años 20 y mucho blues. Rock. Dance del siglo XXI. Todo en uno. Juegos imposibles de luz y sonido, ingeniosos efectos, y un elenco de jóvenes y prometedores actores, cantantes y bailarines. Un equipo unido y entregado, dispuesto a hacer vibrar al público durante dos horas de evasión y diversión. Dos horas sembradas de momentos cómicos. Y algunas emociones. Porque hay sonrisas y lágrimas en esta obra. Es Blancanieves Boulevard, el musical para toda la familia que se presenta estos días en el Teatro de Madrid. Sus responsables lograron el galardón de “musical del año” en 2007 con “Antígona tiene un plan”. Con mayor razón aún lo merecerán en el 2010 por su nueva obra. No falla. El tándem formado por Javier Muñoz y Cristina Llorente, como director y protagonista, vuelve a garantizarnos que saldremos del teatro con una sonrisa, una canción en la cabeza y varias muescas en el corazón. Si me permiten un consejo: no se pierdan esta obra. Déjense conquistar por el Boulevard.

La historia gira en torno a la ambición de la estrella musical del momento, Bárbara Milton, magistralmente interpretada por Miriam Madrid. Bárbara no quiere ser la mejor voz, quiere ser la única. Adora la fama y el poder. Se nos muestra como un personaje excéntrico y vanidoso. Alguien a quien los cobardes temen, y a quien los valientes ignoran. Recuerda a aquella bruja del cuento de Blancanieves, pero su personaje es mucho más real y, lo que resulta más interesante, es de este mundo. Bárbara no soporta que la maravillosa voz de una joven llamada Bianca –Cristina Llorente- pueda hacerle sombra en los periódicos. No quiere rivales. Por eso durante toda la historia veremos a Bárbara, y a los suyos, intentando asesinar a Bianca. Y a su vez, veremos a la joven Bianca luchando contra las trampas de Bárbara, y contra algo mucho peor: su inexperiencia, su inocencia y su propia y naciente vanidad. Nadie se libra de la tentación de esa lacra.

Lo demás es rock y risas. Charlestón. Blues. Humo, años 20 y estética de club. Porque en este musical, a Bianca la acoge como cantante una banda de bar, que actúa a diario en El Boulevard y que no quiere saber nada de la fama. Músicos de verdad que actúan en directo durante la representación. Divertidos y despreocupados. Sólo les interesa la música. Y la diversión. Cantar, tocar y bailar. De acuerdo, Bianca no es Blancanieves, es un personaje bastante más real. Por eso resulta más amable y próximo. Pero los chicos tampoco son los siete enanitos. Son siete músicos que adoran el blues, el rock y tocar en directo. Es decir: la cultura del bar, de club americano, de los años 20. Pierden la cabeza por cualquier ritmo. Rock, funky, dance o hip hop. Da lo mismo, al final. Todo se funde en vibrantes canciones mientras los protagonistas abandonan sus cuerpos al alocado albur de coreografías imposibles. No sólo eso. Este musical bebe de mil fuentes para crear algo propio, difícil de explicar. Hay algo de los Blues Brothers en los personajes, en la música y el espíritu de Blancanieves Boulevard. La estética de los años 20 aporta una belleza romántica, añeja, y paradójicamente moderna, a toda la obra. Hay, en fin, un cóctel de influencias y guiños que no deja a nadie indiferente, que atrapa desde el primer instante a niños y mayores.

Sustenta la obra una oportuna trama de periodistas. Nada importa la fama sin la primera plana de los periódicos. Por eso la batalla también tiene lugar en los medios. Bárbara cree que puede sobornar a cualquier periodista para hundir a Bianca. Pero no todos los periodistas son iguales. Afortunadamente. Y del lodazal mediático emerge un joven reportero del Daily Mirror que aún cree en la profesión. Y se enamora de los ojos, el corazón, y la voz de Bianca. Un joven que tendrá que luchar también contra la tentación de su propia fama. Los malos siempre han tratado de comprar a los buenos. Este musical no es una excepción. Al chico le ofrecen el Pulitzer por ser cómplice en una farsa mediática orquestada por la malvada Bárbara. Pero incluso en la lucha, emocionante y valiente, hay lugar para la diversión y la buena música.

Probablemente, la gran conquista de Blancanieves Boulevard es que a cualquiera le apetecerá levantarse de su asiento del teatro, bajar las escaleras, y celebrarlo con un güisqui en la barra del Boulevard, junto a los chicos del rock. Yo mismo estaría encantado de haber firmado estas líneas desde cualquier mesa del Boulevard, contemplando de cerca el show de Bianca, y compartiendo confidencias con los amigos de la banda hasta altas horas de la madrugada. Esa es la magia de Blancanieves Boulevard. Que no es suficiente con verlo desde la butaca. Cualquiera desearía vivirlo.

 
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