La Semana: Comienza el 2005 con la pinza separatista, Ibarretxe hace de ariete y prepara el camino a Cataluña

El 2005 ha comenzado “a tortas”, el problema es adivinar cómo va a acabar. La semana que ha quedado atrás ha sido una de las más cargadas de acontecimientos de los últimos años y, paradójicamente, sólo hay que recoger un hecho fundamental: los coletazos y los comentarios al Plan Ibarretxe que han copado toda la información de carácter nacional. Pocas cosas que analizar en la primera semana del año que se salgan de la partitura que comenzó a interpretarse a finales de 2004 en el Parlamento de Vitoria. Ni siquiera el esperadísimo discurso de S.M. el Rey durante los actos de la Pascua Militar —un discurso que en algunos corrillos se adjetivaba de repetitivo y excesivamente descafeinado- en el que Don Juan Carlos volvía a apelar a los valores constitucionales, ni la concesión del tercer grado a Rodríguez Galindo ante el aplauso entusiasmado de Rafael Vera, ni la pelea de descansillo de casa de vecindad entre Llamazares y Madrazo a propósito de la postura de Izquierda Unida ante el Plan Ibarretxe. Ni las declaraciones valientes de los políticos alaveses, ni las buenas cifras del paro, ni las subidas en cadena de productos y servicios, ni tampoco el hueco de caridad vergonzante que Ruiz Gallardón y Moreno Espert hicieron a los Reyes Magos en la cabalgata de Hans Christian Andersen el día 5 en Madrid; ninguno de esos acontecimientos -decimos- han podido borrar el rastro maloliente que va dejando por toda España el plan soberanista de alguien que habla de diálogo para terminar la frase diciendo que de nada servirá ese diálogo si el otro interlocutor no se pliega a sus postulados previos y —al parecer- inamovibles. Todos los ojos se han vuelto a La Moncloa que permanece muda salvo para afirmar que “me va a oír”. En los círculos políticos existe una sensación de sorpresa. “Nos ha cogido con el paso cambiado, no se esperaba este envite” dicen en “petit comité” algunos conspicuos socialistas de la vieja guardia. Una vez más, desde el Gobierno y desde el PSOE, se improvisan posiciones y respuestas que no son sino paños calientes. Pero analizados los hechos y, tras las declaraciones de Puigcercós, el analista piensa que el problema no es el País Vasco, el problema es Cataluña y no sólo para el Gobierno de Rodríguez Zapatero. No cabe duda de que la batalla en el País Vasco y “las tortas” con Madrid son la antesala del segundo y decisivo encuentro que se va a jugar en Cataluña. Quizás no sea más que un tanteo en el que Ibarretxe hace de sparring y desbroza el terreno para ver hasta dónde se puede llegar. Es posible que ni siquiera él lo sepa, pero lo están empleando de ariete. Después, las peticiones de Cataluña, muy posiblemente más moderadas, más razonadas, menos descarnadas, más sofisticadas y —sin la menor duda- negociadas, parecerán un bálsamo, frente a los envites ciegos, a las amenazas, al mal gesto y a “las tortas” del Lehendakari. En cualquier caso la pinza separatista de catalanes y vascos aprieta cada vez más el cuello del Gobierno mientras la oposición del Partido Popular amaga y no da, habla y propone sin convencer ni siquiera a los suyos —cada vez son más las caras incrédulas y de desencanto en Génova- que hablan en los despachos de la sede central, del artículo 162 de la Constitución que recoge con claridad meridiana qué instancias -además del Gobierno de la Nación- pueden interponer recurso de inconstitucionalidad. La pinza se cierra en torno al cuello del Ejecutivo, pero que no se equivoquen Carod Rovira ni su “cristobita” Puigcercós, porque al Gobierno le pueden salir otras cuentas parlamentarias y Durán y Lleida está calentando en la banda ansioso por vestir la camiseta de titular. En todo caso una semana movida aunque siempre al mismo ritmo, con la misma música y la misma letra. Música y letra que -por el momento- vienen marcadas por Ibarretxe, sus amenazas y sus exigencias.

 
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