Los abucheos como síntoma

En el corto espacio de cuarenta y ocho horas, el Presidente del Gobierno ha sido abucheado en dos ocasiones. Primero fue el pasado día 12 en la madrileña Plaza de Colón, tanto a su llegada como a su salida, con motivo del desfile militar que conmemoraba la Fiesta Nacional. La segunda, dos días más tarde delante del Ayuntamiento de Salamanca, donde se celebraba la Cumbre Iberoamericana. ¿Qué significan esos abucheos? ¿Por qué se producen? ¿Que es lo que ha motivado llegar a esa situación y que la gente reaccione de esa manera? Estas son las preguntas que convendría plantear para entender lo que está pasando. Las respuestas, lógicamente, pueden ser distintas. Por ejemplo, para el Ministro de Defensa, José Bono, lo sucedido en la Plaza de Colón fue obra del "facherío" de siempre. Una lástima que se olvidase de decir que ese supuesto "facherío" fue invitado por el propio Ministerio de Defensa, con lo que sin ser muy malévolos, se podría devolver la pelota al inefable Bono y espetarle: ¿organizó usted ese abucheo a su Presidente? Dejando al margen las salidas de pata de banco del ministro Bono, las respuestas a esos interrogantes son más sencillas. La gente no es que empiece, es que está ya hasta el moño de lo que está pasando en España y, además, han empezado a señalar al Presidente Zapatero como el principal responsable. ¿Y que es lo que está pasando? Bastantes cosas, todas ellas de gran calado. Está pasando que el capricho y el egoísmo de unos pocos -Maragall, Carod Rovira- unido a la debilidad y a la falta de ideas de Zapatero, ha puesto patas arriba el consenso constitucional que tanto trabajo costó lograr en 1978. Unos dicen, para intentar explicar los motivos por los que el Presidente ha sido el principal impulsor de la aprobación del Estatuto de Cataluña en el Parlamento de aquella Comunidad, que el actual inquilino de la Moncloa se cree llamado por una especie de misión divina a protagonizar la segunda transición en España, que consistiría en la ruptura con el pasado y no en la reforma que fue lo que se hizo hace veintiséis años. Otros, sin embargo, piensan que Zapatero es prisionero de los votos de Carod Rovira e incluso de Maragall -hay que recordar que el PSC tiene 21 escaños en el Congreso de los Diputados- y como ya se sabe que el Presidente es de los que por mantener el poder, negocia y cede todo lo que haya que negociar y ceder, pues en esas estamos. Pero junto a lo del Estatuto de Cataluña, lo sucedido en estas últimas semanas, primero con las avalanchas de subsaharianos en las fronteras de Ceuta y Melilla, y posteriormente con la repatriación de estos inmigrantes, abandonándolos a la suerte de Marruecos -país en el que todo el mundo sabe se respetan escrupulosamente los derechos humanos…- ha sido otra gota que ha ido colmando el vaso de la paciencia de los españoles. Zapatero ha tardado año y medio en poner en evidencia que todo lo referido a su talante, a su capacidad de diálogo y de saber escuchar, era pura filfa. Detrás de esa fachada hay un personaje sectario con los que no piensan como él, rencoroso con el pasado, débil, sin principios, y con una vaciedad en su pensamiento político que es como para echarse a temblar. Estas y algunas más pueden ser las razones que expliquen los dos abucheos recibidos por el Presidente la pasada semana. Cuando se colma el vaso de la paciencia, los ciudadanos de a pie se expresan de la manera más natural y lógica. Están tan hartos de lo que está sucediendo, que cuando ven la figura de quien ellos creen el máximo responsable, le abuchean. No, señor Bono, no es el "facherío", es la gente normal y sencilla de la calle, esa a la que usted sabe hablar con tanta demagogia.

 
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