El “efecto” Pizarro

Se le entiende todo. Conecta con la gente, lanza mensajes llenos de sentido común, pegados a las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos. Además, se le nota que ha llegado con ganas y que como el mismo ha dicho viene dispuesto a “sudar la camiseta”.

El fichaje de Manuel Pizarro como el “número dos” de la lista del PP por Madrid, justamente detrás de Mariano Rajoy, recuerda a aquellos fichajes “galácticos” que realizaba Florentino Pérez en su primera etapa como Presidente del Real Madrid. Los Zidane, Figo –este quitándoselo además al Barca-, Beckam tuvieron el efecto de motivar, animar y movilizar a la hinchada blanca en momentos en que la moral del club estaba un poco por los suelos.

Lo mismo ha pasado con Pizarro. El PP, Rajoy, necesitaban algo como lo que se ha producido: anunciar la incorporación del ex –Presidente de Endesa y empezar a constatar que ha sido un acierto ha sido todo uno, como pone de manifiesto el conjunto de descalificaciones, insultos, insidias y lindezas que le han dedicado desde la Vicepresidenta Primera del Gobierno -¿cuando se dará cuenta Fernández De la Vega que utilizar cada viernes la tribuna de la rueda de prensa del Consejo de Ministros para insultar al adversario político es de una mezquindad y cutrez infinita?- hasta Pepino Blanco, Diego López Garrido e incluso el propio Solbes, aunque este último no sea precisamente la “alegría de la huerta”.

Pizarro trae aire fresco a las filas populares, que falta hacía, porque los discursos de los Acebes, Zaplana, Elorriaga y demás portavoces habituales del PP ya estaban demasiado vistos y manidos.

 La única contrariedad que ha tenido la noticia de este fichaje ha sido que a las veinticuatro horas de haberse hecho público quedó tapado por el lamentable espectáculo dado por Gallardón, Esperanza Aguirre y el propio Rajoy en la planta séptima de la calle Génova, donde según se ha contado ya con todo lujo de detalles tuvo lugar un "tour de force" a tres bandas, donde lo que menos estuvo presente fueron los intereses generales –en el caso de Aguirre y Gallardón los de los ciudadanos de Madrid que les han elegido para importantes responsabilidades institucionales sólo hace siete meses- y si mucho egoísmo y ambición personal incontrolada. El contraste entre la frescura y el aire nuevo que aporta Pizarro y las lamentaciones, lágrimas incluidas, del Alcalde de Madrid por no ir en las listas al Congreso, resalta tanto que no hacen falta muchos más comentarios.

Acierto pues de Mariano Rajoy en la incorporación de este turolense que puede dar muchos días de gloria a los populares y desacierto absoluto del actual presidente del PP en el manejo, gobierno y administración de una cuestión que tenía que haber resuelto hace mucho más tiempo y no dejar que llegase a provocar el lamentable espectáculo que se ha dado, que han dado los afectados, en estos últimos días.

 
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