El lifting

Para lavar la imagen de la dictadura comunista de los Castro. Para eso ha servido el concierto de Juanes, Victor Manuel y Miguel Bosé en Cuba. Un lifting que viene de perlas a ese régimen rancio y déspota. Una dictadura que parecía moribunda pero que ahora respira mejor cada día, gracias al oxígeno facilitado por Hugo Chávez, Evo Morales y la caterva de tiranos y demagogos que manipula buena parte de América Latina.

Una imagen vale mucho más que mil discursos. La propaganda de las dictaduras resulta más efectiva cuando entra por los ojos. Da igual que sean dictaduras vestidas de democracias o democracias vestidas de dictaduras. Monas se quedan. Miren hacia Venezuela. A Chávez le sale más barato pagar a unos cuantos alborotadores para que le jaleen frente a las cámaras de televisión, que salir en solitario en la pantalla diciendo eso de “el pueblo venezolano está conmigo” porque “yo soy el pueblo” y todas esas gansadas con las que aburre hasta las moscas, que por algo las moscas venezolanas son las más aburridas del mundo, por supuesto, después de las cubanas. La imagen del concierto de Juanes, vista con perspectiva, se recordará como la fotografía que sirvió a la dictadura de Fidel y Raúl Castro para maquillar un poco, tal vez durante un tiempo, la realidad de un país agónico y lleno de pobreza, donde los individuos han sido brutalmente privados de su identidad, de su libertad y de sus derechos. Y, por supuesto, privados de su comida. De lo contrario no sería exactamente una dictadura marxista-leninista. Si hubiera algo que llevarse a la boca, aquello sería otro tipo de dictadura y Pánfilo, el célebre cubano borrachín que triunfó en YouTube sin pretenderlo, no habría ido a la cárcel por el tremendo delito de decir frente a una cámara que lo que hace falta en Cuba es comida.

Volviendo al concierto por la paz. Resulta conmovedor el video con las imágenes exclusivas de Univisión en las que se ve a Miguel Bosé lleno de ira, gritando que está a punto de suspender el concierto, harto de las presiones del régimen castrista. El cantante español estalló en privado al recibir la enésima impertinencia del gobierno cubano, que pretendía ubicar a un numeroso grupo de juventudes comunistas en las primeras filas del concierto. Es decir: más propaganda. “No se hace el concierto y aquí lo digo, no se hace el concierto porque no podemos más. Venimos a Cuba a cantar. Lo hemos cumplido todo, todo, todo. Lo que nos faltaba ya se hizo”, gritaba Bosé gesticulando violentamente. Es lógico su enfado. Pero merecido. Ha sentido en la nuca el aliento agobiante de la dictadura castrista durante unas horas, pero él tiene la suerte de poder salir y entrar de la isla con facilidad. Los cubanos, no. Es un insulto a la dignidad humana celebrar un concierto por la paz en Cuba al mismo tiempo que las cárceles están llenas de presos políticos y los cementerios hasta los topes de gente que intentó abandonar la isla, que es otra prisión, o que se arriesgó a llevarle la contraria a Fidel, que es el carcelero. A ver si se enteran de una vez nuestros progres y los que no son tan nuestros: lo que hace falta en Cuba no es un concierto por la paz, es un concierto por la libertad. Y comida.

Qué vergonzosa cobardía encierra el “todo, todo, todo” de Bosé. Demuestra que los organizadores pactaron con la tiranía castrista cada aspecto del concierto. Esto sí, esto no. Éste toca, éste no toca. Penoso. Qué ridículo suena su enfado entre bambalinas y su supuesta crítica jeroglífica al régimen en el dueto con Juanes. No hay nada que negociar con los Castro. A Juanes, a Víctor Manuel, a Miguel Bosé y a una parte importante de los participantes no les salva ni la excusa de la buena voluntad. A la otra parte, ni se les huele la buena voluntad: son reconocidos aduladores del régimen, cómplices de las violaciones que se cometen en Cuba.

Con una dictadura tan despreciable como la que sufren los cubanos no caben las buenas intenciones. Lo ha escrito con acierto José García Domínguez en Libertad Digital: Juanes se ha convertido en “el último tonto útil”. Lo que ha hecho ha servido sólo para  regalarle un lifting a Fidel. Un dos por uno. Para Fidel y para Raúl. Cuando a estas alturas cualquiera sabe que lo del rostro de los Castro ya no tiene solución. No se puede estirar tantas veces la misma piel para intentar disimular esas arrugas tan feas. Ya no da más de sí.

 
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