Lecturas de hoy. Miércoles 1 de octubre de 2025

"Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza"

Lecturas de hoy.
Lecturas de hoy.
  1. Primera Lectura
  2. Salmo
  3. Evangelio de hoy
  4. Comentario del Evangelio 

Lecturas del Miércoles de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario

1 de octubre de 2025 

Primera Lectura

Lectura del libro de Nehemías (2,1-8):

Era el mes de Nisán del año veinte del rey Artajerjes. Tenía el vino delante, y yo tomé la copa y se la serví. En su presencia no debía tener cara triste.
El rey me preguntó: «¿Qué te pasa, que tienes mala cara? Tú no estás enfermo, sino triste.»
Me llevé un susto, pero contesté al rey: «Viva su majestad eternamente. ¿Cómo no he de estar triste cuando la ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas, y sus puertas consumidas por el fuego?»
El rey me dijo: «¿Qué es lo que pretendes?»
Me encomendé al Dios del cielo y respondí: «Si a su majestad le parece bien, y si está satisfecho de su siervo, déjeme ir a Judá a reconstruir la ciudad donde están enterrados mis padres.»
El rey y la reina, que estaba sentada a su lado, me preguntaron: «¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás?»
Al rey le pareció bien la fecha que le indiqué y me dejó ir.
Pero añadí: «Si a su majestad le parece bien, que me den cartas para los gobernadores de Transeufratina, a fin de que me faciliten el viaje hasta Judá. Y una carta dirigida a Asaf, superintendente de los bosques reales para que me suministren tablones para las puertas de la ciudadela de templo, para el muro de la ciudad y para la casa donde me instalaré.»
Gracias a Dios, el rey me lo concedió todo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 136,1-2.3.4-5.6

R/. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. R/.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.» R/.

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R/.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,57-62):

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor

Comentario del Evangelio 

esús camina con determinación a Jerusalén, para cumplir la misión que su Padre le había encomendado y que inflamaba su corazón: abrir la puerta del Cielo a toda la Humanidad. Su paso no deja indiferente a quienes lo contemplan, y suscita reacciones audaces: «Te seguiré…». Pero el Señor responde de una manera aún más audaz: «Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios» (v. 62). Estas palabras recuerdan la historia de Eliseo, narrada en el Antiguo Testamento: Elías le da tiempo para que deje el arado y vaya a despedirse de sus padres antes de unirse a su misión (cfr. 1 Re 19,20-21). Ahora, sin embargo, se nos sugiere que la llamada de Jesús es aún más apremiante, que no hay tiempo que perder para responder.

Quizás hemos visto películas o series en las que llega un momento crucial en el que el protagonista debe de tomar una decisión que marcará toda su vida: ¿acepta la declaración de amor que recibe? ¿dirá que sí a la aventura que se le propone? En pocos minutos parece que la historia puede tomar una forma u otra, cada una de ellas totalmente distinta… Algo así sucede en este pasaje del Evangelio: Jesús lanza una propuesta que compromete la vida de sus interlocutores. Y aún hoy, el Maestro sigue llamando a asociarse a su misión, a recorrer los caminos del mundo para ser altavoces de su misericordia. «¿Por qué no te entregas a Dios de una vez..., de verdad... ¡ahora!?»[1]. Existe una santa impaciencia del amor.

No sabemos cuál fue la respuesta final de estos tres personajes del Evangelio de hoy. Quizá, después de un momento de vacilación, siguieron a Jesús. Sea como fuere, la Escritura nos presenta un ejemplo perfecto de respuesta pronta, total, entusiasta: es el ejemplo de santa María. Cuando el arcángel Gabriel le anuncia que Dios quiere que sea su Madre, Ella pregunta sobre cómo se realizará tal prodigio y abraza su misión sin dudarlo: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lucas 1,38).


[1] San Josemaría, Camino, n. 902.

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