El “thatcherismo cañí” de Esperanza Aguirre

A Alfredo Pérez Rubalcaba se le resiste Madrid, también a nivel interno, porque ha vuelto a ser derrotado por Tomás Gómez en el PSM.

Aunque hay que reconocer que su apuesta era una candidata de circunstancias, porque nadie de peso ha querido enfrentarse al secretario general del PSM. Pilar Sánchez Acera aceptó porque no tenía nada que perder y quizá, quizá, algo que ganar. De entrada, Rubalcaba ya le ‘debe una’ por ese favor.

El líder socialista acudió el viernes al congreso regional, donde, en lugar de apoyar a uno u otro de los candidatos, se salió por la cómoda tangente de arremeter contra la presidenta madrileña.

Propuso a los afiliados del PSM “barrer de Madrid” a la “derecha castiza, sin complejos y sin escrúpulos”, de Esperanza Aguirre.

Remedando a Antonio Machado y su Madrid “rompeolas de todas las Españas”, dijo que esta comunidad autónoma es el “laboratorio de todas las derechas”.

Pero dio un paso más, al calificar la política de la presidenta regional de “thatcherismo cañí, de las Vistillas”.

No me puedo cree que Alfredo Rubalcaba  haya pretendido faltar al respeto a los miles de madrileños que, convocatoria tras convocatoria, insisten en votar a Esperanza Aguirre.

Y no me puedo creer que piense que ella gana elecciones por lo que denomina “thatcherismo cañí”.

¿No será, más bien, por cómo está gestionando la Comunidad, por los resultados de ese trabajo, por la situación económica de Madrid frente al conjunto del país? ¿O por la sensibilidad que muestra hacia lo que interesa a los madrileños, por su capacidad para sintonizar con la gente? ¿O por cualquier otro factor que sea bastante más serio que ese pretendido “thatcherismo cañí”?

 

Si el análisis que realiza Rubalcaba es ése, y por tanto, para enfrentarse con ella, reacciona buscando candidato y programa consecuentes con ese diagnóstico, que se despida de poder ganar algún día en Madrid.

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