Por la boca… Pobrecitos los políticos

RTVE.
Por la boca… Pobrecitos los políticos

Pocos trabajos hay tan sacrificados y tan arriesgados como eso de dedicarse a la política. Reuniones interminables lejos del hogar y hasta las cinco de la madrugada a base de pizzas, renuncias sin cuento a profesiones y trayectorias brillantes, ataques de jaurías, batallas contra la casta y hasta luchas intestinas frente a los propios compañeros de viaje.

A todo eso hay que añadir el constante hacer frente a los cantos de sirena de quienes pretenden corromper al político que ha de resistir tentaciones fortísimas en materias dinerarias, con concesiones varias a desaprensivos que creen que el político es corruptible y dudan de su desinteresada entrega al bien de sus conciudadanos.

Además –y posiblemente sea lo más doloroso- está la necesidad de abandonar, un día sí y otro también, las propias ideas y los sublimes ideales con los que el hombre público llegó virgen a la política.

Ejemplos hay para todos los gustos. ¿Es que no es palpable el disgusto y los sinsabores por los que está pasando Pedro Sánchez cada vez que tiene que restar tensiones en sus relaciones con Torra, para normalizar Cataluña? ¿O de qué manera acibara su gestión el acercamiento de presos a sus hogares? ¿O en qué grado ensombrece su transcurrir diario el verse obligado a gobernar gracias a los votos de separatistas y populistas?

Pero todo sea por el bienestar de los españoles.

Otro ejemplo, también de actualidad, lo constituye la provisión de cargos en RTVE. ¿Duda alguien de la buena voluntad y del probo interés de nuestros políticos por dotar a esa Corporación, de una jefatura neutral, profesional, alejada de cualquier idea de manipulación o favorecimiento de ideología alguna o de toda tentación de dependencia de ningún partido político.

Emociona escuchar a esos sufridos representantes nuestros, hacer votos por una radio y televisión públicas fuera del alcance de cualquier mano política y dedicada al bien común, a la información veraz y contrastada, al sano entretenimiento y a la más correcta gestión en pro de la sociedad.

Pero el hombre político propone y... llega la batalla descarnada y abierta, a cara de perro, para buscar los nombres posibles para el caso, y nuestros representantes, una vez más, con harto dolor de su corazón, y sacrificios incontables, han de renunciar a tan loables propósitos, a promesas casi susurradas al oído y se ven obligados a buscar y rebuscar nombres entre las distintas familias, no con ánimo de manipular ni controlar nada, sino simplemente porque no se encuentra a nadie que responda a tan altos perfiles y a tan magníficas expectativas.

Vamos, que hasta ha costado sangre encontrar un profesional entre los empleados de RTVE que, en su inmensa mayoría, tienen más que demostrada su honradez personal y su valía profesional.

 
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