Por la boca… El fantasma de Zapatero

Casi ocho años gobernando dan para mucho y ese mucho puede ser negativo o positivo. Es evidente que los ocho años de Rodríguez Zapatero, han dado de sí muchas más sombras que luces por no decir que han sido ocho años de penumbra.

No se trata de culpar a Rodríguez Zapatero de 'los males de la patria', que diría Lucas Mallada en una de sus mejores obras, pero es innegable que, crisis económica aparte, estamos pagando –y lo haremos durante mucho tiempo- los desmanes de un gobernante desmandado.

Independientemente de los resultados electorales cosechados por el Partido Socialista en Galicia y en Euskadi –y sin obviar la ineptitud de Pérez Rubalcaba para enderezar mínimamente el desaguisado que se encontró- es irrefutable que Rodríguez Zapatero además de cargarse la economía, el llamado estado del bienestar, nuestro prestigio internacional y hasta la salsa rosa de los langostinos, dejó el Partido Socialista hecho unos verdaderos zorros.

Un partido desunido, fragmentado, sin horizonte, sin apenas proyecto, que se salvó por los pelos de Arenas en Andalucía y por la cabellera de Álvarez Cascos en Asturias.

Los Pachis y los Patxis han acabado con el cuadro en sus respectivas regiones y ya se habla de cambios en Madrid.

Pero una de las consecuencias más graves para España, para toda España, es que la derecha española se ha quedado sola frente a los independentismos, los secesionismos y las pretensiones de quienes han ganado las elecciones en el País Vasco y de quienes, presumiblemente, las van a ganar en Cataluña. Ahora como nunca era necesaria una izquierda constitucionalista, fuerte y compacta tanto en Cataluña como en el País Vasco. La derecha española se queda sola en la defensa de la España unida de la que habla nuestra Constitución y, por razones obvias, eso no es bueno.

Con la calle soliviantada, con los sindicatos jugando al siglo XIX y con un descontento general por los recortes, la derecha es la menos indicada para frenar a quienes desde posiciones de fuerza van a intentar la aventura del independentismo.

Que esa derecha no se engañe por los resultados de Galicia. Así como los resultados de Euskadi y del País Vasco son extrapolables a Pérez Rubalcaba y a la situación del Partido Socialista, el triunfo de Galicia no lo es para Mariano Rajoy ni para el Partido Popular.

Y no lo es por la sencilla razón de que en Galicia –vaya usted a saber por qué-, no ha ganado ni Rajoy ni el Partido Popular. Ha ganado pura y simplemente Alberto Núñez Feijóo.

 
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