El pan suyo de cada día

El pan suyo, pero que es nuestro y se lo quedan ellos. Y eso todos los días. Es una costumbre, una cantinela que ya pasa de lo normal. Corrupción la ha habido siempre y la seguirá habiendo, pero lo que no es normal es lo que está ocurriendo en España en los últimos tiempos.

Es posible que antes se supiera menos y hubiera lo mismo, pero la realidad actual es que cada día salen a la palestra nuevos casos de corrupción. Y ya no son los 'cafelitos' o las pequeñas 'mordidas', ahora son millones y millones de euros que cuando se traducen a pesetas le dejan a uno estupefacto. Desde el punto de vista cualitativo es lo mismo, pero desde el planteamiento cuantitativo la cosa está tomando proporciones que se salen de lo que pudiera considerarse como 'normal'.

Y todo se resume y se sustancia en lo que se ha dado en llamar 'la judicialización de la política' que para algunos es buena y para otros mala. Sin entrar en esas disquisiciones, lo nefasto es que en el mundo de la política no se tomen las medidas pertinentes, tanto en conjunto como individualmente, para que esas cosas no sigan ocurriendo y, además, si ocurren, las propias organizaciones se escuden en el socorrido 'sub iudice' ni siquiera para opinar.

La sociedad tendría algo que decir y no limitarse a ser espectadora de tanto desaguisado, de tanta inmoralidad y rechazar de plano tanta conformidad. Cuesta mucho pensar que lo único que se pueda hacer es poner los casos en manos de los jueces y que desde el punto de vista político y social haya que sentarse a esperar las sentencias.

No se trata de hacer juicios paralelos ni de atacar el principio de presunción de inocencia, pero sí de crear el caldo de cultivo adecuado para que ni la política en general ni la sociedad en su conjunto se queden de brazos cruzados.

¿Sería políticamente incorrecto preguntar por la Ley de Transparencia?

 
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