El periódico de papel se muere

Las cifras facilitadas este viernes en exclusiva por ECD (véalo aquí) no dejan lugar a dudas: el doliente no tiene buena pinta. Basta comprobar los datos más relevantes (la venta al número en quiosco) para constatar que asistimos a una crisis estructural (de modelo) y no sólo coyuntural.

El País cerró el año 2010 con 303.749 ejemplares (venta y suscripciones): un descenso del 6,42% respecto al año anterior. Le sigue El Mundo (194.411 y -6,14%). ABC apenas notó el descenso en las ventas: 177.401 ejemplares (-0,67%). Y La Razón se desplomó hasta los 64.498 ejemplares (-5,91%).

Pero lo más inquietante para los editores es el resultado que arroja la curva de difusión. Desde 2007 se registra una sangría de lectores que no parece tener fin. Hemos pasado de los 4.030.767 ejemplares de 2007 a los 3.179.024 de 2010. ¡Casi un millón de seguidores menos!

Y como es lógico esta caída tiene su reflejo en los ingresos. En el trienio 2007-2009 sufrió un retroceso publicitario del 41%, con un resultado bruto de explotación que pasó de 232 millones a 35. Angustioso.

Ante este panorama la conclusión para algunos es clara: comienza a vislumbrarse un futuro muy negro para las empresas de comunicación. No hay espacio para todas las cabeceras pero se empieza a proclamar la muerte del periódico de papel al menos tal y como lo entendemos actualmente.

Sólo diez años de vida

Una encuesta realizada el pasado mes de octubre en 30 ciudades de los Estados Unidos arroja un dato contundente: el 55% de los norteamericanos están convencidos de que los periódicos desaparecerán antes de diez años. El estudio de Harris Interactive desvelaba que quienes así se pronunciaron eran, en su mayoría, consumidores de noticias.

De ahí que algunos se atrevan ya a fijar una fecha para la certificación del deceso: entre 2020 y 2025. A juicio de estos analistas, los periódicos de papel dejarán paso a los aparatos. Es decir, los ciudadanos van a vivir con tres pantallas a su disposición: un móvil multimedia, una tableta y un ordenador personal. Ojo. En este sentido, Steve Jobs ha sido un visionario al convertir a Apple en la primera empresa en ofrecer la tríada: el iMac, el iPad y el iPhone. Ahora, todos copian.

Para este debate acerca del futuro del papel, resulta interesante conocer los datos sobre el uso que le dan los usuarios a estos tres artilugios. Los expertos aseguran que el ordenador personal se utiliza en un 80% para trabajar y en un 20% para entretenimiento o la lectura de noticias. Las tabletas sirven un 60% para entretenimiento. Y el teléfono tiene un uso mixto.

 

Pues bien. Los ‘smartphones’ tienen en estos momentos una penetración del 15% pero los analistas vaticinan que en siete años esa cifra será del 70%. En ese momento, auguran, el papel morirá por inanición.

Un periodismo en tableta

Se dice que en el mundo digital habrá más periodismo porque la gente lee más. No es difícil prever que al periodismo le queda una larga vida por delante. Sin embargo, el gran desafío para los editores sigue siendo descubrir cómo rentabilizar sus grandes estructuras con el volcado de información en Internet, un canal esencialmente gratuito.

Por lo pronto para los grandes medios es importante la llegada del iPad porque allí están apareciendo nuevos modelos de publicidad. Algunos ya lo han visto claro. El magnate australiano Rupert Murdoch ha invertido de golpe 22 millones de dólares (16 millones de euros) en The Daily, una diario digital de pago para distribuir información sólo a través de la tableta de Apple.

Esta misma semana, AOL (American Online) pagaba 230 millones de euros por el tercer diario digital del mundo: The Huffington Post, un portal fundado hace cinco años por Arianna Huffington basado en la información, la opinión y los blogs.

Es la calidad, estúpido

¿Cambiará el periodismo? La relación entre el periodista y el lector no será la misma que ahora. Los lectores van a interactuar y en muchos formatos. Quien sepa gestionar bien esa relación y encontrar un modelo económico viable tendrá éxito.

En este sentido, algunos ejemplos recientes resultan especialmente ilustrativos. El semanario alemán Die Zeit es un caso atípico frente el panorama descrito. Esta cabecera no sólo no ha sufrido la crisis económica sino que en los últimos tres años ha incrementado su facturación un 70% gracias a un aumento de su difusión cifrada en un 60%.

¿Pero el papel no estaba sentenciado? Parece que no necesariamente.

El director de Die Zeit, Giovanni di Lorenzo, arrojaba hace poco un poco de luz sobre lo sucedido. En una entrevista explicaba que su tarea había consistido en investigar qué pedían los lectores y dárselo. Pedían historias periodísticas de calidad (con claves, análisis y puntos de vista) y se las han dado. Parece que los lectores han respondido.

O sea, que habrá que esperar a comprobar si no es posible asistir a la pervivencia de un periodismo en papel, minoritario y dirigido a las elites, con explicaciones de fondo y estudios de interés. En cualquier caso, en escrito o en Internet, la calidad del periodismo del siglo XXI seguirá siendo lo determinante.

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