Un crítico de los de verdad

No sé bien cómo tropezamos. Yo andaba envuelto en investigaciones personales o profesionales, como gusten, en torno a la próxima entrega de los premios Grammy Latinos y él para mí estaba perdido en el jardín infinito del semanario El Sentinel. Una publicación en español que forma parte del diario The South Florida Sun-Sentinel. Un compañero de trabajo, llamado Google, se encargó de ponerme frente a un titular que no logré pasar por alto: “Adivinando en los Grammy Latinos”. Se trataba de un artículo firmado por el crítico musical, editor y periodista Eliseo Cardona.

El extenso artículo, publicado varios días antes de conocerse los premios, me hizo sonreír en unas ocasiones, estremecerme en otras y levantarme a aplaudir en otras. Me atrapó desde el primer instante. Tras el texto de opinión el autor ofrecía un sorprendente vaticinio para cada una de las categorías de los premios Grammy Latinos que se celebrarían días después. Eliseo Cardona no sólo avanza ya “el ganador” de cada categoría cinco días antes de que se conozcan los resultados de los Grammy sino que en realidad su artículo es una crítica al sistema que contiene verdades como montañas aplicables a la industria musical en cualquier rincón de la Tierra. Frases como “los Grammy Latinos han entrado en una casa de espejos” o reflexiones como “Tal vez no presten atención. Lo cual es una tragedia. Pero deberían escuchar a esos músicos que se autogestionan y que hace mucho dieron la espalda a las fórmulas, a las modas y a las imbéciles imposiciones de los ejecutivos discográficos” hacen del periodista latino un crítico independiente y poco habitual.

Tampoco crean que le di mayor importancia a mi descubrimiento periodístico hasta que un tiempo después supe que Eliseo Cardona había adivinado los ganadores de más de la mitad de las categorías. Entonces comprendí, tras su sorprendente puntería con los Grammy, que tenía que ahondar en su literatura. Y de ahí salté a leer diversos escritos suyos de actualidad donde me sorprendían y emocionaban su críticas despiadadas –desde el otro lado del charco- a lo que yo me he referido muchas veces como la “invasión de la música latina”. Pero el valor añadido de sus palabras era exactamente eso: que venían en castellano y desde el otro lado del charco, algo que no es habitual. Aunque he olvidado contarlo, a raíz de esta coincidencia nos pusimos en contacto y nos escribimos ocasionalmente para intercambiar opiniones musicales.

La última ocasión en la que hemos contactado fue en la mañana de este jueves. La razón: estamos recabando opiniones de diversas personalidades de la música sobre el regreso de Héroes del Silencio para un reportaje especial de popes80.com. Me interesé por su parecer y, como siempre, estuvo magnífico al explicarme lo que él suponía que eran las razones de este llamativo regreso: “Regresan por las mismas razones que Sting y the Police han vuelto a reunirse: para salir del resplandeciente anonimato en que se encuentran. Yo, mua, eu, este que te escribe aquí idolatra a Enrique Bunbury, pero seamos francos, coño, Enrique toca para los mismos cholos de la plaza del Zócalo cada vez que viene a este lado del mundo”. Y al valorar si la vuelta de Héroes del Silencio era buena o mala para la música tampoco hubo dudas: “¿Qué nos queda, Itxu? ¿Ricky Martin? ¿Chayanne? ¿Maná y su “Amar es combatir”? Claro que es bueno que vuelvan Héroes del Silencio...”

No sé a ustedes, pero esto para mí es una bendición viniendo de un crítico musical que vive en Miami y que es capaz de abrir una entrada cualquiera de su blog personal con la frase “Mi barrio de South Beach es una mierda. Y quienes lo conocen saben que hablo del único lugar en Miami que puede considerarse, con toda propiedad, una ciudad. Lo demás es lo demás: pésimo gusto arquitectónico, caos urbano, actitud antipeatonal, cultura del shopping mall”.

Estoy convencido de que Eliseo Cardona y yo no compartiremos todas las opiniones, de ahí la magia del crítico. Y tampoco creo que nos pongamos de acuerdo a la hora de enumerar a los grandes de la literatura. Por ejemplo, le he visto citar al estridente, vulgar y casi siempre desagradable Bukowski con más frecuencia de la que sería de mi agrado. Pero no encontrarán fácilmente unas ideas tan claras sobre la industria de la música en ningún otro lugar del mundo.

Como me ha gustado se lo recomiendo: lo tienen en El Sentinel y en otros muchos rincones digitales repartiendo estopa a quienes comercian con la música y partiéndose el pecho por los que merecen la pena. Tomen nota porque hoy no abundan los valientes.

 
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