Uno de los nuestros

El 8 de agosto del año 2000, ETA asesinó en San Sebastián al presidente de los empresarios guipuzcoanos, José María Korta. A los pocos minutos de producirse el atentado, el entonces Diputado General de Guipuzcoa, el nacionalista Román Sodupe, declaró ante los medios de comunicación: “han matado a uno de los nuestros” queriendo con ello significar la cercanía ideológica del asesinado con el nacionalismo gobernante, es decir, con el PNV. Una declaración que, lógicamente, produjo estupor e indignación en muchos ciudadanos y en las víctimas del terrorismo que según ese “peculiar” patrón de medir y clasificar los muertos por parte de ese alto cargo nacionalista, “no eran de los nuestros”

Nueve años mas tarde, la banda terrorista ha asesinado en Bilbao al inspector del Cuerpo Nacional de Policía, Eduardo Puelles y, en este caso, el lehendakari Patxi López, manifestó instantes después de conocerse la noticia, lo mismo que había dicho Román Sodupe, pero con un sentido diametralmente diferente.

Para el lehendakari y para la inmensa mayoría de los vascos, “tan nuestro” era José María Korta como Eduardo Puelles. Los dos eran seres humanos iguales a los que se les ha privado mediante la violencia terrorista del derecho fundamental de la vida. Los dos trabajaban por el País Vasco. Uno, a través de su actividad empresarial, se dedicaba a crear riqueza y prosperidad para muchos trabajadores y familias. Otro, era policía, integrado en los grupos de lucha antiterrorista, y su objetivo principal era detener a los terroristas de ETA y de esa manera conquistar la libertad para todos los ciudadanos vascos, especialmente, para los que estaban en la diana de los asesinos.

Pero la diferencia entre una declaración y otra, el cambio fundamental que se produce, es que el actual lehendakari, en un profundo contraste con su predecesor Ibarretxe, quiere representar a todos los vascos, independientemente de su ideología, de su lugar de nacimiento, o del RH de su sangre. Esa es la diferencia. El asesinato del inspector Puelles ha sido un duro mazazo para todos y, en un primer lugar, lógicamente, para su viuda, sus dos hijos y su madre. De alguna manera se esperaba que ETA “recibiera” al nuevo Gobierno Vasco de Patxi López de la única manera que sabe actuar la banda terrorista. Pero el que se esperara no rebaja un ápice el dolor y la conmoción que se siente cuando se produce un hecho tan repudiable.

El lehendakari López y su Gobierno han sabido estar a la altura de las circunstancias. Han sabido liderar la reacción política y social contra este último crimen de ETA. Como también lo han estado Zapatero y Rajoy acudiendo juntos a la capilla ardiente; o la Ertzantza velando y trasladando, junto a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, el féretro de Eduardo Puelles. Pueden parecer cosas obvias, y lo son, pero también es cierto que algunas de ellas no eran pensables con un lehendakari nacionalista en Ajuria-Enea. Por esto y por muchas cosas mas, hay motivos para la esperanza, para pensar que mas pronto que tarde se va a terminar con esta pesadilla que lleva atormentando al pueblo vasco y al resto de España mas de cuarenta años.

Gracias al inspector Puelles por los servicios prestados estos años a todos nosotros en la lucha antiterrorista y descanse en paz su alma. Seguro que con lo que ha hecho por los demás, se habrá ganado un cielo muy grande.

 
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